Fetiche por la calvicie

Desde chica fui tildada como caso especial. Nadie me entendía, más bien hoy mi caso es cómico, causa risa a mis amigos. Es que siempre me han gustado los “pelados”.

Mi debilidad por las cabezas despobladas de pelo ha logrado más de una vez que la autoestima de un hombre suba como termómetro en la axila de alguien con la “porcina”. Porque así es, no creo que existan muchas mujeres que les gusten los pelados.

Hay hombres que gastan enormidades de plata en detener el curso de la vejez y de los genes para que los pocos pelos que les quedan se queden donde están y ojalá lograr cultivar algunos más. Para qué hablar de los malabarismos que hacen para esconder su calvicie. Algunos dejan crecer largo el pelo que les queda a los lados para peinárselo como langüetazo de vaca sobre la mollera y disimular, otros con la “pelada frailera” se despiden sin girar para que después no los miren por detrás, he visto incluso hombres hacerse masajes con anticonceptivos para esperar que la fertilidad haga de las suyas en sus cabezas, y toman cuanta cosa exista en el mercado de vitaminas para que la temerosa calvicie no llegue a sus cabezas.

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Para qué digo yo, si no hay nada, pero nada más sexy que una cabeza pelada. Gracias a Dios existimos mujeres como yo que adoramos el paso del tiempo en las cabezas masculinas, es más, ojalá unas canitas blancas adornen el resto de pelo que les queda, me parece muy sexy.

Lo que más me gusta de la calvicie es que fomenta el uso de sombreros. ¿No les parece un accesorio súper estiloso?, un hombre con sombrero cambia mucho su apariencia. Claro está que no lo pasan bien con las inclemencias del clima. En invierno debe darles frío y en verano quemárseles la mollera, pero deben ahorrar en champús y esas cosas. En fin, creo que los pelados son un gran aporte a la estética de los hombres. Creo que deberían sentirse orgullosos de mostrar sus cabezas brillantes. Aunque no lo crean, no me casé con un pelado, por eso estoy pensando seriamente en rapar a mi marido.