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Mi anillo de compromiso al WC

Me había sacado el anillo para echarme crema en las manos y lo había guardado en el bolsillo. Después de usar el WC tiré la cadena y mientras lo hacía con la otra mano rescaté mi anillo del bolsillo. Comencé a ponérmelo en el dedo cuando de repente veo un brillito que se me escapa y cae directo al WC. El espiral de agua ya se estaba despidiendo del túnel y yo veía derrumbarse todo en el pequeño brillo que se esfumaba. ¡Me quería morir!, quedé como estúpida mirando atónita como terminaba su trabajo el odioso water.

No fui capaz de meter la mano, nunca en mi vida había reaccionado tan tontamente, sólo miré perpleja. Acto seguido salí corriendo para pedir ayuda al que sea que se topara con la histeria en la que me había convertido. Llamé a mi marido para contarle y me dijo que iba a verme, yo creo que se asustó más con mi llanto que con el hecho mismo. Mis amigas llegaron y me pillaron en mi cama abrazada de los perros de mi mamá llorando. Me consolaron, me acompañaron, llegó mi marido con su socio, llamaron a un gásfiter, rompieron cañerías y nada. Tiramos una moneda y vimos la rapidez con que viajó por el pvc y se fue del territorio como si nada. Así se fue mi anillo de compromiso. Por suerte mi santo marido entendió el accidente y me dijo: “Camila, el anillo ya cumplió su función. Te pedí matrimonio, se lo mostraste a todo el mundo y listo, no hay por qué amargarse más”. Esa es mi triste historia de compromiso, ¿tienes una peor?.

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