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EL Amor Posmoderno

En un mundo globalizado no hay espacio para relaciones sólidas. Columna de la psicóloga Karolina Lama.

Un hombre y una mujer prometen “amarse y respetarse, en salud o enfermedad, hasta que la muerte los separe”. ¿Hasta que la muerte los separe? Esto implica un compromiso para… ¿toda la vida? ¿Está dispuesto el hombre a seguir con la sólida tradición del matrimonio? Sí, claro que si, ¡siempre y cuando exista una ley de divorcio!

En un mundo globalizado, que corre a una velocidad vertiginosa, ya no hay espacio para relaciones “sólidas” que si bien podrían darnos “seguridad” y “estabilidad”, nos atan y nos detienen. El hombre posmoderno busca “viajar liviano”, cosa fundamental para mantener el ritmo que nos propone la sociedad de consumo, donde todo pasa a ser obsoleto en el momento mismo que es adquirido.

Así también las relaciones de pareja y el amor, han cambiado y cambian constantemente. El consumismo, la oferta y la demanda se han instalado en el núcleo íntimo de nuestra existencia, haciendo del amor un objeto de intercambio más. La compulsión por estar conectados, y no relacionados, para así poder cambiar aquello que no nos satisface inmediatamente. Un amor tan obsolescente como un celular o un computador. Esta se ha trasformado en la nueva forma de amar: el amor posmoderno.

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Estar en una relación comprometida despierta todos los miedos del hombre de hoy: transmite simultáneamente los placeres de la unión y los horrores del encierro. Existe la idea que un amplio bagaje amoroso nos hará más sabios en las artes amatorias, idea ampliamente difundida y reforzada por los medios de comunicación, la publicidad, la televisión y el cine. Como si el amor fuera un conocimiento más, algo que puede aprenderse con la práctica y no un real encuentro entre dos personas.

Según Erich Fromm, “el amor es la forma productiva de relacionarse, careciendo de manipulación y violencia, estando saturada de respeto y responsabilidad por el otro, así como por un limpio anhelo de verlo crecer y desarrollar sus particulares potencialidades”. Hoy se califica de amor a más de una experiencia romántica; quien la vive, pasado el efecto del enamoramiento, no se atrevería a decir que ésta es la última y que no vendrán otras mejores. Esto también se extiende a la vida sexual. Actualmente se espera que el sexo sea autosuficiente y autónomo, sin tener la necesidad de un sentimiento que lo sustente. Debe aportar gratificación por si mismo.

El problema es que ni las relaciones pasajeras ni el sexo casual llegan a colmar las expectativas de satisfacción que nos prometen los medios de comunicación. A consecuencia de esto, nos encontramos con hombres cada día más encerrados en si mismos, usando máscaras que esconden frustraciones, anhelos insatisfechos, nervios destrozados, amores desengañados, heridas, miedos, soledad, hipocresía, egoísmo y repetición compulsiva. Pues esta última es una de las características del hombre posmoderno: tiende a repetir patrones de conducta y modelos de relaciones que son inconducentes para así no tener que enfrentarse al compromiso.

Esto se ha vuelto parte la de cotidianeidad. Uno mira a su alrededor y no toma mucho tiempo reconocer a amigos, conocidos, parejas, hermanos y compañeros sumidos en el consumismo y en la búsqueda frenética de satisfacer necesidades inmediatas. Cambian de pareja constantemente, sufren estados depresivos o “bajones” anímicos reiterativos y viven quejándose del estado de su vida.

A mi parecer, el amor trasciende al hombre. Ha sido así a todo lo largo de la historia de la humanidad. Si la revisamos nos encontramos con hombres y mujeres que han dejado todo por amor o han hecho las cosas mas insólitas en su nombre. Y creo que el hombre posmoderno no puede, finalmente, evitar ser cautivado por este sentimiento.

Aún vemos locos dispuestos a darlo todo por amor caminando por las calles. Vamos al cine a ver la última comedia romántica que nos permite soñar con que aún es posible creer en él. Hombres y mujeres que buscan respuestas en columnas de diarios, horóscopos, tarot, consejeros y terapias dedicadas a solucionar los problemas de pareja. Cada día vemos como más gente acude a ellos, tratan de creer que es posible el amor para toda la vida, buscan superar miedos e incertidumbres y son capaces de luchar, contra lo que se supone que hoy está en boga.

“El hombre fue concebido para estar en pareja”. Bueno, nadie dice que así tenga que ser ni que sea la formula de la felicidad, pero claramente ayuda a darle sentido a nuestra vida.

Por Karolina Lama, directora del Centro de Terapias Creativas.

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