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Esas aventuras que terminan en error

-“La felicidad trae suerte” (en la foto) es una película inglesa que relata, no como tema principal, pero sí como uno importante dentro de la historia, qué tipo de relación se puede dar entre un profesor de manejo y su alumna. La cinta de Mike Leigh deja al instructor como un tipo antipático que trata muy mal a Poppy, la protagonista. Este caso es contrario a la norma: generalmente los profesores de manejo tratan de sacar algún provecho del automóvil y flirtean con las alumnas (las tocan despacio y como por casualidad cuando tienen que hacer alguna maniobra). En lo que coincido con Leigh es que al estar la mayor parte de la semana en clases arriba del auto, algo surge entre los personajes. Amor u odio, pero algo aparece.

Relaciones de este tipo, que en realidad no se les puede llamar “relaciones” porque no son más que encuentros furtivos, son las que a veces terminan en terribles errores. Al decir “de este tipo” me estoy refiriendo a personas que se ven más de una vez a la semana: amigos, jefes, compañeros de trabajo, personal trainer, el decorador de interiores, el diseñador que está haciendo las cortinas, etc.

Después del affaire viene la incomodidad y te das cuenta que fue un error: cómo vuelves a mirar a ese amigo con el que pasaste el fin de semana. Lo peor es que pierdes una amistad y encima te lo encuentras siempre porque comparten los mismos grupos sociales. Para evitar todo posible encuentro tienes que fijarte en el manual de la ruptura moderna. Hasta ahí la cosa podría sonar a incómodo, pero soportable, pero si a la situación le agregas un hijo es claramente un error. Dos amigos, cuyos nombres mantendré en el anonimato, tuvieron sólo una noche de pasión, varias copas de más y ella quedó embarazada. Eran muy, muy buenos amigos, pero después de ese día las cosas cambiaron absolutamente, obvio.

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Hoy el hijo de ambos tiene cinco años y reparte sus fines de semana entre la casa del papá y de la mamá, lo mismo pasa con las vacaciones y las navidades. Ellos, por supuesto, dejaron de ser amigos cuando se levantaron a la mañana siguiente, mucho antes que ella supiera que iban a ser padres. Esa noticia sólo llegó para complicar más las cosas en una relación hoy inexistente. No son nada. Nada. Se hablan sólo cuando reciben o dejan a su hijo.

Otra situación incómoda, y errónea, es cuando el lunes tienes que saludar a tu jefe a o tu compañero de trabajo después de que pasó de todo en la fiesta de la oficina. Te puede costar hasta el trabajo, no porque el tipo te despida, sino porque no aguantas la tensión en el ambiente y te vas.

Lo del personal trainer tan terrible no es porque siempre te puedes cambiar de gimnasio, además, seamos sinceras, casi están contratados para tener un affair con las clientas. Lo mismo sucede con el profesor de manejo, puedes pedir un nuevo instructor o seguir con este si todavía quieres más acción. Eso le sucedió a una conocida, que también mantendré en el anonimato, y que hoy tiene una relación formal con su ex instructor que ahora, por supuesto, ya no da más clases (era peligroso para la armonía de la pareja).

¿Tienen más historias de errores?

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