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¿Dónde está mi pequeña Lulú?

“El destino quiso darme dos guardaespaldas para mi vejez y no una dama de compañía y debería agradecérselo”.

Hubo un tiempo que ansiaba tener más hombres en mi vida. Hoy me sobran. Estoy rodeada de 3, para ser más exacta: el padre de mis hijos y nuestros dos hijos, AJ y NA. Mientras ellos saltan, se muerden, se revuelcan uno sobre el otro (el último tiene apenas 6 meses pero lo suben al ring igual), yo me quedo mirando mi cepillo de pelo como si tuviera 10 años y no supiera dónde diablos olvidé mi muñeca.

Quizás porque el mundo de mi infancia era un oasis femenino –somos tres hermanas- crecí poco familiarizada con el pirulín. Tanto es así que cuando el doctor me dijo que estaba embarazada de un hombre pensé que había un error. “¿Perdón, existen, los fetos… hombres?”. Para mi segundo embarazo, la sorpresa se convirtió en un mal chiste. “¿Le ves su cosito?”, me dijo el doctor. “Yo al menos no tengo dudas”. “Su cosi…¿Me habla a mi?”, exclamé mirando casi ausente la pantalla de la ecografía. “Si pues, es niñito. ¿No estás feliz?”.

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Decir que no lo estaba sería mentir. El factor X Y cuando estás embarazada no es realmente una preocupación. Sólo quieres que tu bebé esté sano y a menos de que ser hombre sea considerado una enfermedad, no deberías tomártelo como una tragedia. Más pirulines en tu vida. Qué más da.

Hoy, estoy tan acostumbrada a ellos que no me imagino mi familia de otra manera. Sus pataletas reales, con patadas kung fu; sus rodilleras siempre rotas y uñas entierradas; su afición a ver monstruos debajo de cada cojín, han terminado sumergiéndome en un universo masculino tan desconocido como electrizante. Es casi un privilegio poder analizar de cerca y sin que se den cuenta a ese ser masculino que durante toda tu vida fue un demoledor extraño.

Pero sí, a veces echo de menos a mi muñeca. No es un asunto de pasar el cepillo sobre unos ricitos o satisfacer el impulso narcisista de verse clonada. En realidad no sé qué diablos es; tal vez el simple deseo frustrado de querer recuperar mi infancia en alguna parte. De abrir la puerta de una habitación y encontrarme con una escena de Virgin Suicide en lugar de una patada Karate Kid.

Eterna discusión entre mis amigos. Razones para preferir una mujer: son más tranquilas, maduran antes, te acompañarán toda tu vida. Consuelo para querer un hombre: te amarán por sobre todas las mujeres de la Tierra, se independizan antes, no son tan mentales y enrollados.

El destino quiso darme dos guardaespaldas para mi vejez y no una dama de compañía y debería agradecérselo.
Dicen que en el futuro –los chinos trabajan en eso-podrás elegir si quedarte embarazada de un niño o niña. La balanza del ying y el yang programada por la voluntad humana es un juego peligroso que no sé si quiero experimentar. Mientras tanto, se puede forcejear el azar teniendo sexo el día de la ovulación si deseas un niño y 3 o 4 días antes de ésta, si deseas una niña. Todo depende de tu capacidad de programación (un termómetro y un kit de ovulación son indispensables), aunque ningún resultado está 100 por ciento garantizado.

¿Qué por qué no hice la prueba? Supongo que sigo creyendo que las mejores cosas en la vida pasan por accidente. Y la prueba está en el manotazo que sin querer uno de mis hijos me acaba de dar.

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