-Según Ana von Rebeur, columnista del sitio argentino Entremujeres, es muy fácil que nosotras descubramos cuando nuestra pareja nos engaña. Y agrega que para que alguien comience una infidelidad sólo hacen falta cuatro reglas de parte de ellos: curiosidad, calentura, carencia y confidencialidad.
A nosotras nos resulta fácil descubrirlos porque son ellos mismos quienes nos dejan las pistas y lo hacen porque disimular les cuesta mucho, porque el secreto les pesa demasiado en la conciencia y porque les interesa saber si los perdonaríamos. Así comienzan a ponerse trampas solos:
- Se perfuma más y empieza a comer menos, no porque quiera verse mejor, sino porque ya cenó con “la otra”.
- Su celular se convierte en su confidente: no se despega de él ni un segundo, lo contesta en el baño y siempre salta cuando suena.
- No te dice nada si gastas todos los ahorros que tenían en un viaje con tus amigas o en una joya. Es que siente culpable por lo que te hace.
- Nunca más te deja que revises su correo e incluso cambia la clave de acceso.
- Se alargan demasiado sus reuniones de trabajo, a veces hasta las dos de la mañana.
- Un marido fiel te da siempre la misma versión, una aburrida. El que engaña en cambio, las varía siempre, aunque sean del mismo hecho.
- Empieza a hablar de recetas de tragos más sofisticados, cuando lo único que toma es cerveza y habla de cine, cuando en realidad sólo le interesa el fútbol.
- Su cuerpo miente: se cruza de brazos al hablar, evita mirar a tus ojos o te mira fijamente mucho tiempo para que creas que no te esconde nada.
- Se ríe de tus preguntas y tose antes de responderte, para darse tiempo de inventar algo.
- Si te dice “yo no miento” o “no digo mentira” es que lo está haciendo porque nadie que diga la verdad se acuerda de esa palabra.
- Empieza a hacer deporte, pero vuelve con la ropa impecable y sin rastro de transpiración.
- Un marido fiel te reclama por todo y a cada momento, uno que te engaña no se queja nunca más.
Esas pistas nos ayudan, pero nuestra intuición es mil veces más efectiva y aunque no notemos ninguna de estas cosas, cuando sentimos que algo pasa, es porque realmente está pasando.