Actualidad

La sutil gran diferencia entre el costo y el valor de las cosas

Una reflexión absurda de fin de año que pretende hacer florecer el amor por las cosas importantes.

Nada. Este es un post a propósito de nada y de todo. Es porque hace casi un mes vi en una película tonta a una chica aún tonta que escribía sobre zapatos para una revista e modas pero terminó enviándola a una publicación financiera y el editor lo entendió como una analogía sobre el costo y valor en el mercado (Confessions of a Shopaholic, 2009). Y la idea no ha querido desaparecer, respecto al costo y valor, no sobre la comedia de equivocaciones.

El costo de algo se define como “Cantidad que se da o se paga por algo” (RAE). Es entonces, lo que uno está dispuesto a dar para obtener algo. Donde lo barato o caro es tan relativo y variable como seres humanos hay en el mundo.

Recomendados

Por otro lado, el valor es aquel “Grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite” (RAE). Es la cualidad de algo, que se mide directamente proporcional al bienestar que produce tenerla.

¿Muy denso?

A ver si m explico mejor: Es fin de año y uno suele gastar dinero en hacer regalos, la cifra que uno paga por ellos, es el costo que estás dispuesto a dar. En cambio, el valor es el aprecio o la satisfacción que produce en quien recibió dicho obsequio.

Muchos regalos simples tienen un inmenso valor, como mi anillo reloj que los relojeros suelen menospreciar cada vez que lo llevo a su cambio de pila, porque no saben que mi mamá se dio el trabajo de elegirlo y enviarlo en su único viaje a Londres. Tampoco saben que mi mamá lleva más de diez años muerta.

Pensé algo similar con la explosiva aparición de los compradores de oro. ¿Cuánta gente en apuros ha debido recurrir a este sistema? ¿Cómo ponerle valor a una pulsera de oro que ha pasado por generaciones en una familia? ¿Cómo es recibir un precio absurdo por un objeto preciado?

Las cosas y las relaciones pueden parecerse un poco en este aspecto. A veces solemos preocuparnos más de comprar un buen regalo, que buscar ESE regalo perfecto. Perfecto porque quien lo recibe lo va apreciar mil veces más que nadie. Pero para saber eso, hay que escuchar, hay que darse el tiempo de conocer al otro.

Suelo toparme con parejas que sostienen diálogos de sordos o luego de años de matrimonio aún no saben qué es aquello que a su pareja hace vibrar. Se replica en hijos, padres, familiares, amigos, conocidos y todas las relaciones humanas.

Creo que suelo preocuparme más del valor que del costo de las cosas. Espero. Lo intento todos los días y a cada rato.

¡Que tengan un gran año impar 2011!

Tags

Lo Último


Te recomendamos