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Navidad a mi manera

MJVG nuevamente nos sorprende con sus aventuras en familia. Hoy: “La Navidad”

Jingle bells, jingle bells, jingle all the way…. Mi editor me pide que escriba algo sobre mis preparativos navideños. Si le hiciera caso, esta columna terminaría aquí mismo.

En ese, y en otros sentidos que sólo converso con mi almohada, soy la peor madre. Básicamente creo que la Navidad es un asunto de inspiración. Hay años en quiero ver lucecitas tintineando en la chimenea, escuchar villancicos y hacer cintas de regalos. Otros, que estaría feliz veraneando en un país musulmán donde el 24 de diciembre es tan inocuo como un 3 de febrero. Mi editora cree que ahora que tengo dos hijos, guardo un disfraz de Viejo Pascuero en el closet y tengo una lista de regalos anotada en la agenda. Me da pena desilusionarla. Pero tampoco voy a mentir haciéndole creer que mi casa está convertida en una gran guirnalda roja.

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Creo que cualquier celebración para que se sienta auténtica debe encontrar su versión personal. El barroquismo o el minimalismo no es más que la extensión del propio mood. Y este año en particular, sólo tengo ganas de amasar, hacer galletas y encender velas. Sé perfectamente qué regalarle a cada uno de mis hijos (y a mi ahijado) y es un alivio poder hacerlo online, sin tener que pisar jugueterías, malls o caracoles. AJ necesita botar energía, descargar ese pequeño Hulk que lleva adentro, para lo cual acudiré a www.roda.cl. NA es un bebé de 9 meses en búsqueda su propia órbita o anillo de Saturno; es decir un corral. Yo sólo quiero tomar champaña y comer panettone con Nutella. Viña Mar tiene un spumante brut a 3.500 pesos muy burbujeante, refrescante y delicado. El panettone lo compraré en la sección gourmet del Unimarc.

Hasta el año pasado evitaba tener un árbol, por el simple motivo de que mi hijo lo derribaba al suelo y lanzaba las pelotas por la ventana. Hoy, a sus 3 años entiende cuando le digo que no sacuda sus ramas, como Godzilla.
Mis amigas me dicen que podría perfectamente saltarme la Navidad sin sentirme culpable. Que aproveche que mis hijos aún no tienen conciencia del rito y me vaya a una playa con mi pareja. Sus hijos llevan semanas mirando los catálogos infantiles que vienen los fines de semana con el diario, embutidos en un shopping mental de lo que quieren. Es cierto, mis niños todavía no llegan a la edad (los 4 o 5), de la siniestra ley de la oferta y la demanda, de los pataleos ante un Viejo Pascuero olvidadizo, de las preguntas de si existe o no este señor de barba.

Cuando pasamos frente a un acalorado Viejo Pascuero lo miran con una indiferencia que no tienen por ejemplo, al descubrir en el supermercado a un promotor disfrazado de conejo gigante. Pero los ritos me gustan y los cuentos aún más, y el del nacimiento del niño Jesús en Belén es uno de los mejores. Recuerdo cuando chica haber mirado durante horas un inmenso pesebre que instalaban en una plaza de Roma. Me pregunto por qué hay tan pocos pesebres en Chile.

La representación de la natividad es lejos lo más mágico de la Navidad. A falta de pesebres lindos y baratos, tengo uno playmobil que pondré arriba de una mesita. No pienso en gritar cada vez que AJ tome el asno y lo haga volar por el living. Es más, quiero que juegue con sus piezas, que ponga en movimiento a Jesús, María y a los verdaderos protagonistas de esta fiesta y arme su propio cuento.

Como confesaba hace unas semanas, estoy intentando transmitirles un sentido místico de Navidad y supongo que eso no empieza ni termina en un lindo decorado.

En el jardín Waldorff de mi hijo – gran culpable de mi búsqueda espiritual navideña – están hilvanando ellos mismos sus disfraces de pesebre y todos los lunes encienden una vela y suenan panderetas y cantan. El 23 de diciembre nos harán una representación de tema libre sobre la natividad, improvisada en el momento en la sala de clases, lo cual me entusiasma más que el libreto programado y los pánicos escénicos que sufren los niños para este tipo de celebraciones.

Mientras espero la Navidad quiero tener la puerta de mi casa abierta para que se dejen caer amigos –con o sin hijos, y todos, adultos y críos jueguen, beban y coman juntos como si estuviéramos en un cumpleaños de larga duración.
Tengo pensado un playlist con canciones pop de Navidad que voy a bajar por Torrent. Algunas de mis favoritas: John Lennon, “Happy Christmas (war is over)”; Frank Sinatra, “Have yourself a Merry Little Christmas”; The Beatles, “Christmas time is here again”; The Beach Boys, “Little Saint Nick”; Prince :”Another Lonely Christmas”, Eurythmics, “Winter Wonderland”.

Cuando sea tarde, los niños duerman y todos se hayan ido, espero acostarme a ver ese clásico navideño de Frank Capra, “It’s a Wonderful Life”.

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