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No somos todas iguales

Las mujeres y sus estereotipos.

Se generaliza… demasiado, desgraciadamente en Chile tenemos ese atavismo cultural que nos hace tan fácil seguir con los trillados estereotipos en torno a lo femenino. Un ejemplo es el libro de autoayuda de moda, increíblemente convertido en best seller a pesar de aleccionar con infinita simpatía, pero solapadamente sobre la conveniencia de perpetuar dichos estereotipos. Y de no quejarse, cómo si las mujeres hubiésemos conseguido voto, carrera, independencia y una paridad de sueldos -a la chilean way-, sin tener que quejarnos y reclamar!

Hay mujeres que manejan bien, otras mal, unas seguras, otras in…, algunas creen en el demonio, otras en ángeles, unas encuentran fantásticas afirmaciones como “…hemos luchando tanto tiempo por parecernos (sic) a los hombres que hemos perdido lo femenino”, desconociendo la historia de los movimientos feministas que lucharon por el reconocimiento de nuestras capacidades y permiten que hoy una mujer tenga tribuna aunque sea para abogar por mantener en gran parte el canon y tratar más encima! de encontrarle el gusto.

Otras se han visto más afectadas por los cuentos de hadas que por “Casa de muñecas”, el clásico de Ibsen. Otras pensarán que hacer una declaración que podría haberse hecho en la Inglaterra de 1800 cuando era dable que a las sufragistas les quitaran los hijos por considerarse que con semejantes aspiraciones estaban en contra de la familia, “…esto no es un reducto de feministas y está a favor de la familia”, las hace femeninas, lindas, y más regias.

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Otras se retuercen de gusto frente a uno de los peores insultos que se haya escuchado de un hombre, especialmente de un “artista que le canta” a las mujeres “a las mujeres no hay que entenderlas, hay que quererlas”. Osea…desconoce absolutamente los estudios de neurociencia, o es fan de los chistes de corte sexista del humorista que lo parafrasea generando el mismo éxtasis –el de la moto y el camino de tierra es…- o francamente lee Best Sellers de autoayuda chilensis, que entre sus perlitas indica que las mujeres tenemos todo revuelto en la cabeza y los hombres la tienen dividida en cajones, ( por lo que claramente no habría que perder tiempo en entendernos) o que los hombres se han feminizado y las mujeres al contrario por estar compartiendo labores -como leer cuentos, y salir con los niños- que el patriarcado expresamente indica que corresponden a las emblemáticas “labores del sexo”.

Otras preferirán el proceso, al objetivo. Y probablemente asentir con alegría cuando otro u otra más espabilada les arrebate el puesto, ya que fue igualmente rico disfrutar el proceso… Habrán algunas que llevarán a sus hijas a charlas de ése corte para que las chicas puedan vivir cómodamente en sociedades masculinas a la old fashion way, comunidades Amish, o de cerrazón isleña, producto del aislamiento entre mar y cordillera.

Otras como yo, le enseñaré a mis trillizas que una mujer, o un hombre está perdido para cualquier propósito en la vida sin focalizarse en un objetivo. Y que negarse a la consecución de éstos por considerarlos impropios del ser femenino, no es otra cosa que perpetuar una construcción social degradante, y absurda.

Claramente no somos todas iguales. La generalización banaliza, y obstaculiza. A vivir la diferencia.

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