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¡Me cargan las suegras!

Creo que he generado anticuerpos contra ellas.

En todos estos años he tenido tantas suegras como hombres y eso no es bueno. A veces algunos de mis amantes lograban controlarlas al punto que jamás me las encontrara y mucho menos conversara con ellas para contarle mi vida.

Pero en otras ocasiones ellas hacían hasta lo imposible para que mi macho del momento me reuniera en la casa familiar, restaurante, café, parque o lo que sea con el fin de hablar sobre mi vida. Pero ¿y si no me interesa hablar con la madre de mi amante? ¿Si mi amante es sólo esto y no tengo la menor intención en involucrarme con él más allá de la cama? ¡Por qué cresta tienen que insistir en presentarme a la mamá!

Esta discusión la he tenido conmigo y con mis parejas muchas veces y siempre llegamos a la misma conclusión, tengo alergia a las suegras. Quizás he tenido tantas malas experiencias que llegó el momento en el que mi cuerpo les tomó un rechazo incontrolable. Uno de los puntos que creo influyó en mi desagrado hacia las madres de mis parejas es que una vez tuve una suegra tan celosa de su hijo que su relación parecía casi incestuosa, para nada sana. No puede ser que un hombre adulto ya no pueda pasar ni un fin de semana fuera de la casa de su mamá porque la señora lo llama para decirle lo mal que se siente, que le duele todo, que su vida prácticamente no tiene sentido si el tipo no la visita. ¡Una mierda! Te creo si la señora viviera sola pero hay como cuatro personas más en esa casa así que no hay excusa.

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Ya se que me van a decir de todo, que soy una amargada, que si tengo un hijo algún día merezco las peores nueras del infierno, entre otras cosas, pero les digo al tiro que me da lo mismo. Lo siento soy así y esta es mi realidad.

Volviendo al tema en cuestión, con otra suegra un poco más cercana me pasó peor ya que mi relación avanzó tanto que mi mamá y la de mi pareja se conocieron y se hicieron yuntas cosa que implicó que el día que decidí terminar con el tipo mi madre estuviera constantemente hablándome de lo terriblemente deprimido que estaba el pobre que su amiga ya no podía más con la tristeza del galán en desgracia. O sea mi vida privada ya no existía. Eso si que me terminó de apestar.

Pero tampoco puedo negar a mi primera suegra que prácticamente agradecía que yo estuviera con su hijo ya que era un loco y yo le ayudaba a estabilizarlo. Pero mientras yo me la pasaba controlando al tipo para que no se tomara un par de pastillas duras, ella me llamaba para decirme que no sabía nada de él hace tres días y que lo hiciera entrar en razón porque a ella no le hacía caso. Esa señora de verdad sufría por su hijo y quería que alguien la ayudará, pero por muy buena persona que ella fuera yo tampoco podía embargar mi propia felicidad por estar con un pelmazo irresponsable.

Hoy creo que mi relación con las suegras ha cambiado, un poquito, porque ya no soy una cabra chica, pero desde un principio les dejo claro que no tienen ninguna posibilidad de inmiscuirse en mi relación con su hijo. Aclarado ese punto todo marcha perfecto y hasta podemos tomarnos un vino blanco juntas.

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