PUBLICIDAD
Estoy en una estación del Metro. Una mano se retira rápidamente del pilar para permitir que los que querían bajar lo hicieran sin dislocar esa muñeca. Un hombre dice “perdón, no te toco” pensando en que había rozado una mano y había causado una molestia. “No se preocupe, saqué la mano para dejar pasar a los demás”. Se desocupan algunos asientos y el tipo justo va y se sienta a su lado. Una incomodidad mal disimulada y la lectura de un libro no evitan que de reojo se vea que el tipo va y lee la portada del libro, como inquiriendo sobre qué es lo que lee esta persona que retira su mano del pilar para permitir el paso de los otros. “Se me parte la cabeza…” Sonrisa silenciosa de lástima sin apartar el libro. ¿Sabes si este tren llega a la estación terminal? “No lo sé, avisan sólo una antes” ¿Tú también te bajas en xx? -Negación con la cabeza- “Ah, disculpa”. Tres segundos y el tipo se para y se cambia de asiento.
O hay hombres que ven demasiadas películas románticas donde soltero ve a soltera en el metro o los psicópatas andan a la orden del día. O los delincuentes se han puesto muy creativos.
No tengo ningún problema en proporcionar información a alguien que se encuentra perdido, prestar lápices, decir la hora o incluso ofrecer un pañuelo desechable a quien llora. Tampoco me molesta comentar el clima, lo lleno que está el transporte o lo caro que subió el pasaje. Y si una mujer me mete conversa, converso de vuelta, en general me gusta conversar. Pero si el que lo hace es un hombre, temo. Un temor terrible, como que entre medio de la conversa me dice “bájate en la próxima, no se te ocurra gritar ni decir nada porque te entierro este cuchillo”. Sufro, terriblemente, pensando lo peor. No es que otra mujer no pueda meter su mano en mi cartera o algo por el estilo, pero un hombre que me habla sin ningún motivo aparente, me da la impresión de que me va a cortar en muchos pedacitos.
¿A ustedes les da miedo cuando les habla un desconocido?