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Un laberinto muy repetido

Más de lo mismo.

Anoche partió una nueva teleserie nocturna en Televisión Nacional de Chile. “El Laberinto de Alicia” se llama esta apuesta del canal estatal que está a cargo de un equipo de guionistas liderado por Nona Fernández, quien también es responsable de títulos anteriores como “Iorana”, “Aquelarre”, “El Circo de las Montini” y “Los Treinta”.

Mucho se ha hablado de la inspiración –o literalmente copia para muchos- que se hace en esta teleserie de la película “El Silencio de los Inocentes” y la relación que en esta desarrollan la agente Clarice Starling (Jodie Foster) y el doctor Hannibal Lecter (Anthony Hopkins), que en “El Laberinto de Alicia” replican con demasiada similitud -al menos por lo que se vio en el capítulo de anoche-  los personajes encarnados por Sigrid Alegría y Mauricio Petusic.

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Sin embargo, más allá de las quejas sobre este guiño al cine, que en rigor también podría ser al libro en que se inspira la cinta, éste es válido. Puede gustar o no, pero los autores buscan inspiración donde estimen conveniente. Ahora bien, hay otras similitudes que molestan mucho más que la ya nombrada. Es que, la verdad,  las teleseries nocturnas de Televisión Nacional (en su gran mayoría) tienen tantos elementos en común que al final uno siente que está viendo una gran historia que se extiende durante años. Y, lo peor, que aburre.

¿Qué es lo que se repite en estas teleseries? Una especie de estructura que se basa en personajes más bien aspiracionales, muy de perfil ABC1 (aunque no siempre bien logrados), un grupo de amigos o parientes con un negocio en común (un restaurante, una clínica odontológica o ahora un colegio) y un crimen o misterio por el cual prácticamente todo el elenco –en su momento- será sospechoso. Es una fórmula que funciona, de eso no hay duda. Sin embargo, a uno se le presentan dudas en relación a cuánto más se puede estirar este elástico (ya van más de cinco años con este tipo de teleseries) y, por otra parte, uno tiende a preguntarse que si en las áreas de ficción de los canales no se la juegan por innovar con sus productos, ¿Qué queda para el resto?

Es cierto, las teleseries nocturnas de Televisión Nacional han permitido a los guionistas trabajar con temas impensables para la franja de las ocho de la noche. Por lo mismo, ya es casi un hábito encontrarnos con crímenes, drogas y mucha piel en sus argumentos. Pero la verdad sea dicha, casi siempre esto se toma con liviandad y de forma caricaturesca.

¿Será el género en sí el que no da para más? Difícil saberlo, pero hay que ser honesto y decir que entre lo parecidas que son cada una de estas teleseries y el hecho de que la rotación de actores es mínima, tarde o temprano la gente se confundirá y luego se aburrirá. Como tantas otras veces en nuestra televisión.

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