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Conocí a mi escritor predilecto

Ricardo Piglia

Uno de los escritores vivos que más me gustan es Ricardo Piglia

Esto pasó hace un tiempo ya; pero en espera de ciertos documentos e informaciones que no han llegado, había decidido postergarlo. No han llegado aún aquellos, pero temo que si sigo esperando, me podrán salir raíces.

Yo no soy especialmente melómana y aparte de ciertos ídolos de mi época de adolescencia, nunca he sido demasiado fanática o admiradora de alguien. Pero me pasa algo especial con los libros. Y con los escritores, quienes los hacen posibles.

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Me encanta haber tenido a profesores geniales como Alejandra Costamagna, Marcelo Simonetti, (No, no Pablo Simonetti) Floridor Pérez y otros académicos que escriben investigación. Cuando Antonia Viu, autora de un excelente texto titulado “Imaginar el pasado, decir el presente” sobre la novela histórica chilena y que deleita por el momento mis viajes de metro, y haber participado en la elaboración de “Mujeres, el otro lado del Espejo” de mi decano Gerardo Vidal.

Unas niñas de mi universidad viajaron a Estados Unidos y vieron a Paul Auster en el aeropuerto. No pudieron saludarlo, pero le gritaron “Paul we love you” patético, pero cierto. Yo también fui un poco patética cuando conocí a Ricardo Piglia.

Mi tesis: “Ausencias del lenguaje de La Ciudad Ausente de Ricardo Piglia”  me costó sudor y lágrimas y dos largos años (obviamente hice cosas entre medio) pero pucha que me costó. Y es que aunque todo el mundo me decía que la tesis era un trámite, y que hacía que hacerla corta y fácil, yo me rehusé y elegí el único tema que me desafió lo suficiente como para empinarse por sobre todos los otros temas, autores y obras que también me gustaban.

Me enteré de su venida el año pasado, cuando le enviaba a mi profesora guía (Viu) las últimas correcciones y ella me cuenta educadamente que viene Don Ricardo. Le contesté que comenzaría a elaborar las pancartas de inmediato. Como me conoce, debe haber temido que hablase en serio.

Sin darme ni cuenta, el día llegó. Había buscado por todos lados La Ciudad Ausente, incluso lo encargué a una persona que viajó a Buenos Aires, y cuando estuve en Mendoza pregunté en todas las librerías. No hubo caso. Bueno, pensé que al menos me firmaría la tesis. Mi pobre madre se gastó la vida empastando dos copias extra; una para mí, otra para él.

Me quise poner unos zapatos de señorita y fue una pésima decisión  porque para la conferencia hube de caminar bastante. El título de esta “Tradición y tradución” le calzaba perfecto al capítulo “Traducción y traición” de mi tesis. Así que fui. Otro día les contaré un poco de ello.

No me entiendo. Piglia no es un rock star; la cuestión es que escribió un libro que me gustó mucho.  Y yo lo admiro por eso y por las otras cosas que he leído de él (Una de ellas aparecida en el The Clinic) de hoy, por su novela que aún no leo pero que sé me gustará y que ganó el premio de la crítica (Blanco Nocturno).

Así que fui y feliz me di cuenta que vendían su libro ahí mismo: ” Buenas tardes, sabe que Necesito este libro. En serio, LO NECESITO” le dije. El pobre vendedor me miró con susto y prometió guardarlo. Fui a sacar plata y en el momento en que me lo pasan, llega mi profesora con ÉL. Me ve y le dice “Esta niñita es” Y yo le cuento de mi tesis. Y le digo que traje una.  Y le digo que me saqué un 7 en la tesis. Qué groupie, mal.

Mi pololo se rio de mí, mi mamá se rio de mí, y todos se rieron de mí. Pero me da lo mismo. Si hubiera tenido cámara, me saco una foto. Y la pego en la portada de la tesis.

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