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Chile: A propósito del atropello en una bencinera

Parece que vivimos en un país de alcohólicos

El sábado ocurrió una tragedia. Un joven que lo debe haber pasado muy bien en su carrete, quiere echar bencina. O comprar cigarros. O un completo, o una bebida energética. O simplemente pensó que podía dar la vuelta en la bomba de bencina. O simplemente se durmió o más bien se desmayó de tan curado que estaba “apagó tele” como se dice coloquialmente. Entró a una bomba de bencina, a más de 100 km/h  y atropelló al funcionario de la bencinera, quien se encuentra grave internado en un centro asistencial.

Tenía más de dos gramos de alcohol en la sangre. Suponiendo que el  conductor tiene un peso de, digamos, 70 kilos, (le estamos dando el “beneficio” de la delgadez) y utilizando la regla de Widmark, que dice que el nivel de concentración de alcohol en la sangre es igual a los gramos de alcohol (o centímetros cúbicos de alcohol), considerando en este cálculo el grado alcohólica en cuestión, en este caso, pusimos pisco, dividido por la multiplicación entre el factor determinado por el sexo (hombres, 0,6) y el peso de la persona, este hombre debiera haber tomado al menos, 3 piscolas. ¿Pero tres piscolas no suenan a demasiado copete, no es cierto?

Este hombre puede haber sido más flaco o más gordo, puede haber comido un gran plato de tallarines antes de carretear, o una ensalada, puede haber tomado pisco, ron, cerveza, vino, whisky, vodka o una combinación de lo anterior. No sabemos nada de eso. El cálculo que les presenté anteriormente (y para el cual tuve que pedir ayuda) es completamente estimativo; pero no variará demasiado, por algo existe una fórmula. También puede haber tomado mucho más, pero había pasado algún tiempo y el nivel de alcohol en su sangre disminuyó.

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¿Cuántos amigos conoces que lo hacen siempre, que han tenido la “suerte” de no haber sido controlados, porque se fueron por otra calle, porque justo ese día no tomaron?, ¿Cuántos conoces que DE CURADOS han chocado el auto pero por “suerte” no se les hizo alcotest ni alcoholemia porque el procedimiento indica que este se hace sólo cuando alguien resulta herido?

¿Varios, no es cierto?

Qué suerte. Qué suerte que no los han controlado. Qué suerte que cuando los han controlado, no los han pillado. Qué suerte que cuando los han controlado y pillado,  les han pasado una multa menor. Y si repiten su comportamiento, las consecuencias tampoco han sido demasiadas.

El atropellador en cuestión había sido previamente condenado por conducir bajo los efectos del alcohol. ¿Cuánta gente que también lo ha sido sigue manejando feliz de la vida, tomando no precisamente una copita de vino por los antioxidantes?

Cada fin de semana, veo como de bares, pubs, matrimonios, casas, departamentos, discotheques, plazas y centros de eventos, sale gente visiblemente ebria; y gente que no se ve ebria pero que probablemente excede en su sangre los niveles de alcohol permitido para conducir.

¿Qué diablos está pasando?

Creo que aquí tenemos dos problemas principales: Primero, la autoridad y la ley no está siendo lo suficientemente aplicada, fiscalizada y no es lo suficientemente dura. En mi opinión, si a uno lo pillan manejando con 1 milígramo de alcohol extra en la sangre, le pasen una multa de aquellas, cosa de que se te olviden las ganas de tomar  y manejar, si lo vuelves a repetir, doblar la multa y a eso agregarle reuniones de alcohólicos anónimos;  y si con eso te siguen quedando ganas de jugar a los autitos chocadores, que te quiten la licencia de por vida. Y si, ya, siiiigues con la majadería, que te metan preso. Como un violador o un asesino, un pelotudo que maneja curado no una, sino varias veces, es un gran peligro para la sociedad.

El segundo problema, lo tenemos como sociedad. Frases como el “curado manejo mejor”, comportamientos irresponsables de padres de muchos recursos que prefieren comprarle un autito a cabros chicos de 18 años que quizá para la ley son adultos pero que todos sabemos que no lo son, se van de carrete y toman harto, porque pueden, pues sus papás les dan una mesada que en algunos casos iguala el sueldo mínimo; en vez de irlos a buscar hasta que ya más o menos cachen que son responsables, o peor, cabros de provincia que son soltados a los leones de Santiago (no me refiero a la estación de metro) con demasiada plata y demasiada libertad.

También están los jóvenes que empiezan a trabajar, tienen “su” plata, se compran “su auto” y se van a tomar a cada rato, mucho, como si fuera una obligación; una necesidad irreprimible, un escape a todos sus problemas. Perdónenme, y esto no lo digo yo, sino la Organización Mundial de la Salud: Si usted siente permanentemente la necesidad de beber, si se ha planteado que debe reducir el consumo, o si se ha sentido incómodo con las críticas que ha recibido por tanto beber, o si ha querido tomar en la mañana, usted es un alcohólico. Este país entero es alcohólico. Y por otro lado, están también quienes sabiéndose ebrios, se rehúsan  a pasarle las llaves a alguien o a dejar su auto donde está, pues tienen “miedo” que se lo “choquen” o roben. No tienen miedo a matar o herir gravemente a alguien; a aquellos mismos o a aquellos que quieren. O el que sin copete no hay carrete. Estamos mal.

Personalmente, no tomo. No me gusta el sabor del copete en general, y tampoco me gusta el efecto. De vez en cuando me tomo un pisco sour o una cerveza, o una copa de champaña o vino blanco. En los matrimonios, me como todos los postres, pero dej0 libre el copete. Pero tomo UNO, y si voy a manejar NINGUNO  para asegurarme. Obvio que cuando chica me curé varias veces, pero nunca, NUNCA manejé con copete en el cuerpo. Ni en el auto. Si alguien se sube con una chela, la premisa es clara: tómatela o bótala. Las únicas veces que manejé con UNA cerveza, UNA copa de vino, tomada al principio de la noche y luego de comer abundantemente, fue porque el que iba a manejar no respetó los límites. Me cargan los curados, la necesidad a veces absurda de tomar hasta el hartazgo. Más me cargan los atropellos, choques, el sufrimiento de inocentes y de sus familias, y el sufrimiento que me imagino, el curadito atropellador, si es un ser humano con sentimientos, debe estar sintiendo. Y tampoco uno se salva si toma pero no maneja; ¿Cuántos atropellos han ocurrido por culpa de peatones ebrios?

¿Hasta cuando vam0s a pensar que beber alcohol y conducir es aceptable? Mientras n0 cambiemos ese pensamiento, no hay fiscalización que nos aguante.

¿Qué piensas tú?

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