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La edad del pavo

Qué desesperación.

Mi sobrina estuvo ayer de cumpleaños. Se lo celebramos el sábado en familia y estuvo bien, se hizo una fiesta, en mi casa. Por motivos de espacio, mi hermana pensó que era mejor hacerlo en la casa de mis padres, que es donde yo vivo. Ante la perspectiva de convivir durante varias horas con una cuarentena de niños de entre 11 y 13 años a los que a una edad de por sí compleja se agregaban altas dosis de azúcar , doblé las bolsas de supermercado en las que mi hermana trajo las cosas, probé algunas ramitas y menudencias y me viré.

Me llevé el computador, El Quijote, esmalte de uñas, el desmotador de chalecos y un par de ellos y partí donde mi pololo, dispuesta a no salir de ahí hasta que fuera necesario.  Desmoté los chalecos, me pinté las uñas, revisé todos los mails, trabajé un poco, leí todos los diarios, varias revistas y avancé su resto en el libro. Fue un sábado productivo. Llegué a casa a las 2.30 am y por supuesto todos los niños se habían ido; todo aparentaba estar limpio.

Antes, el sábado por la mañana, quise acompañar a mi sobrina junto a mi madre a comprar una polera; imposible que nos dijera si la quería con o sin mangas, manga 3 cuartos, larga o media, si apretada o suelta, si lisa o estampada. De brazos cruzados decía que cuando la viera se iba a dar cuenta. Le mostrábamos miles de poleras y ninguna le gustaba. Con tirabuzón logré sacarle dónde se compraban ropa sus compañeras y buscar algo más o menos similar a ello. Lo curioso es que cuando fuimos solas a Patronato, fue encantadora.

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Volviendo al tema de la fiesta, déjenme contarles que al día siguiente, mis padres me contaron que fue un desastre. Que dispusieron que el baño del primer piso sería el de niños y el del segundo piso, de niñas. Que claramente, todas esas niñas deberían ir al médico, porque no es posible que se tenga que ir al baño 5 veces por hora. También que insistían en subir porque sí o subir a la manzarda. Los niños, por su parte, aparte de no querer bailar (era una fiesta, con dj y todo) alegaban que tenían “calor” en el living y que por eso no podían conversar (no sé ustedes pero el sábado me dio mucho frío). Mi sobrina se enojó con mi mamá por no sé qué, se taimó y se encerró en el baño. Pues, al enterarse, todos los compañeritos querían ir a consolarla. Al mismo tiempo, algunos de los varones insistieron en jugar a la pelota; mi hermana salió un momento con ellos para que se calmaran. Hasta se rompió una ventana.

¿Éramos así a esa edad?, ¿Tantas tonteras juntas hacía uno?

Adoro a mi sobrina, espero algún día tener una relación mejor con ella; pero la poca diferencia de edad que tengo con ella, hace muy difícil que, por un lado, ella me considere un adulto y por otro, que yo tenga la paciencia necesaria para tolerarla sin enojarme y salirme de mis casillas, provocando que finalmente, como todos dicen, “me baje a su nivel”.

Déjenme contarles que cuando trabajaba en un colegio, los niños más complicados de entrevistar, eran justamente los de sexto básico. No me respetaban ni a mí ni a la profesora. Por otra parte, mis vecinos chicos más respondones son los de 12. Uno que tiene la edad de mi sobrina y que antes era un cabro chico de lo más amoroso, ahora se ha vuelvo un monstruo insoportable.

¿Qué diablos pasa?¿Cómo puede ser que las hormonas se revolucionen tanto, que los niños estén tan mal adaptados a sí mismos y que tengan que pasar por esto?

Lo único que pido, es que pase rápido. Mi único consuelo, es que mis sobrinas chicas no entrarán en la edad del pavo sino hasta 10 años más, y como los hijos no están en mis planes inmediatos, también me falta un buen poco.

¿Ustedes tienen hermanos, primos o hijos pasando por esta edad?¿Cómo lo hicieron? ¡Ayuda, por favor!

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