¿Conoces la técnica del tampón de vodka?

La idea es emborracharse, rápido, con poco trago y que de preferencia,que sus padres no se den cuenta por el olor al mismo. Una peligrosa moda surge entre los adolescentes para poder cumplir con estos requisitos: el tampón de vodka.

Sólo se necesita un vaso con una pequeña cantidad de vodka donde se remoja el tampón. Luego, las adolescentes lo insertan en su vagina y los varones, en su ano, emulando los rápidos efectos de los medicamentos administrados vía anal y vaginal (supositorios).

Los riesgos son obvios: el alcohol entra en contacto con mucosas muy débiles, provoca heridas y fisura que posteriormente pueden infectarse, y además, no se tiene claridad sobre la cantidad de alcohol ingerido; o sea, cuando uno se toma vasos de copete, más o menos cacha cuánto se demora en curarse y cuál es su límite; pero con este método, la gran velocidad de ingreso del alcohol al torrente sanguíneo impide darse cuenta del efecto que puede llegar incluso al desmayo.

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Esta “técnica” se asemeja a otras bien freak y pésimas, tales como el enema de cerveza. Se utiliza un “Beer Bong” uno de esos embudos con manguera que vemos en las películas de fraternidad gringas -al menos yo nunca he visto uno en un carrete-  y se inserta el extremo de la manguera en el ano, para lo mismo: no tener hálito alcohólico.

Otra de la que me enteré, fue la de beber vodka por los ojos; debe arder “poco” y yo, aunque lo intentara, no sería capaz de hacerlo… no sé qué le encuentran de entretenido. Además de poco seguro.

Así que para los padres, no les basta pedirles a sus hijos que cuando lleguen de los carretes les vayan a dar un beso y les tiren el aliento. La protección de los adolescentes y jóvenes frente a estas prácticas va mucho más allá; tiene que haber una preocupación constante, consistente, desde temprana edad; fortalecer el autoestima a fondo, hacerlos ver que los peligros están, que no son super héroes, que no son infalibles, que pueden morirse por una estupidez.