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Sábado de Outlet

Algunas veces no hay otra opción.

El sábado pasado me encontré en la siguiente encrucijada: mi hija –que pasaba el fin de semana conmigo- necesitaba un montón de cosas asociadas a su reciente ingreso a clases. Léase zapatillas, un buzo, un par de poleras, varios pares de calcetines y una mochila de esas con ruedas para no dañar su espalda. Además, cuando estaba haciendo una lista con los requerimientos de Sofía me di cuenta que a mí tampoco me vendría mal comprar un par de jeans, ropa interior variada, camisas de manga larga y alguna chaqueta liviana que no moleste en estos cálidos días de otoño que estamos teniendo en Santiago. De esta forma, poco antes del mediodía de ese sábado, me encontré listo para partir a un lugar que jamás había ido: un outlet.

Antes, una aclaración. Por supuesto que alguna vez he ido a pequeñas tiendas de descuento de alguna marca, que me quedan más o menos a la pasada por los sectores de Santiago donde me muevo. Sin embargo, a lo que me refiero con outlet es a estos verdaderos galpones-malls que podemos encontrar en ciertos sectores periféricos de la capital, que ofrecen descuentos en una variada gama de marcas de ropas, accesorios y cuanta cosa uno pueda imaginar.

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Volviendo a mi jornada de sábado, les cuento que tras unos quince minutos arriba de un taxi y gracias a las autopistas concesionadas (el TAG lo cobran por separado los taxistas) llegamos a una calle completa llena de estos outlets en la comuna de Quilicura, que si mal no recuerdo no visitaba -las pasadas por la carretera para ir al norte no cuentan- desde los años noventa, por una polola que tenía y que vivía en esa zona.

¿No tiene la gente nada mejor que hacer un sábado en la mañana en vez de venir para acá? Fue lo primero que pensé al comenzar a hacer mis compras porque, de verdad, todas las tiendas estaban repletas. Las más concurridas eran por lejos las de ropa deportiva y las de esas de poleras y camisas que llevan la marca tejida o pegada a la altura del corazón. A juzgar por las hordas de gentes que repletaban estas tiendas, le queda claro a uno por donde va el gusto del chileno medio, bajo… en realidad, de todos.

¿Cómo me fue en las compras? En las de Sofía bien, ya que luego de pasar por un par de tiendas y luego cruzar a un galpón cercano pude completar todos los requerimientos de su lista. Sin embargo, para mí, encontré poco y nada. Pantalones y un par de camisas, nada más. La verdad es que la oferta es generosa en ropa sport, la cual no me gusta mucho. O sea, se entiende ese tipo de prendas si uno va a hacer algún tipo de actividad física. Pero para todos los días, no gracias. Lo encuentro que es como andar en una 4×4 en la ciudad, algo más bien inútil. Aunque a juzgar por la cantidad de gente vestida con tenida deportiva y arriba de un vehículo de doble tracción que veo por todas partes… me parece que soy minoría.

Volviendo al tema outlet, les puedo decir que me parece que éstos sirven cuando uno tiene que comprar muchas cosas a la vez. Al menos me sirvió a mí con lo de mi hija y sin gastar demasiadas lucas. Eso sí, espero que pase mucho tiempo antes de que tenga que volver a tomar un taxi un sábado por la mañana para hacer compras en la periferia de Santiago.

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