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Canallas y canalladas en el Día de la Madre

Hay gente que no tiene remedio.

Acá en Chile este domingo se celebra a las madres. Y claro, el comercio se frota las manos con lo bien que le irá por estos días, porque venderán perfumes, chocolates y tortas hasta decir basta. Y qué decir de los restaurantes, que seguro ya están a full de reservas para el domingo. Porque, hay que decir las cosas por su nombre, acá en Chile está lleno de mujeres a las que invitan a comer fuera de casa sólo para su cumpleaños y el Día de la Madre. Nada más.

Por todo esto. Porque no me gusta regalarle mi plata al comercio cada vez que ellos lo quieren, y porque me parece que este domingo es uno de los peores días del año para ir a almorzar a un restaurante, es que no hago mucho alboroto para el Día de la Madre. Y claro, como mi progenitora vive fuera de Santiago y –de verdad- no toma muy en  cuenta este día, le basta con un llamado telefónico (o dos) y quedar para comer en algún lugar rico cuando ande por estos lados. Y bueno, siempre se le puede hacer algo de coaching a mi padre para que, ese día, sea especialmente cariñoso y le cocine algo rico.

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Ahora bien, estamos claros en que cada uno celebra a su madre como le da la gana. De eso no hay duda. Sin embargo, de verdad me parece que son unos canallas los que se acuerdan de quien los trajo al mundo sólo en esta ocasión, más su cumpleaños y la Navidad. O sea, uno tiene madre todo el año, y seres queridos en general. Por lo mismo, esto de acordarse o celebrar a la gente sólo en momento claros es una frescura sin nombre.

Y la cosa no termina aquí. Porque he conocido algunos especímenes que para el Día de la Madre hacen una reserva en un restaurante bien caro para ir con la mamá, hermanos y familia en general. Y a la hora de pagar, quieren dividir la cuenta entre todos o –peor aún- quieren que la madre pague. ¡Créanme! Existe gente así.

A estos caraduras hay que decirles que si se embarcan en esto del Día de la Madre deben hacerlo al cien por ciento. Es decir, correr con todos los gastos y procurar por todos los medios que la madre ese día lo pase de maravillas.

Aunque, la verdad de las cosas, lo peor que un hijo puede hacer en el Día de la Madre es no saludarla. En persona, por teléfono, mail o lo que sea. Esos son los peores y simplemente no tienen perdón.

Lo que es yo, aparte de llamar a mi madre le mandaré unas flores a la madre de mi hija. Es lo mínimo que puedo hacer, ¿No? Pero, lo más importante, es que me acuerdo y preocupo de ellas todo el resto del año.

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