Hace rato que no me daba el tiempo para escribir, pero tengo una buena excusa, que ojalá fuera sólo eso. Ayer por fin firmé el contrato de primer arriendo- después de harto buscar y harto trámite, y ahora sí que sí soy independiente. No fue nada fácil el proceso, pero ya domus habemus y eso me tiene muy feliz.
Durante el proceso de búsqueda me sentí horriblemente discriminada por mi edad y por mi apariencia de aún menos edad. Por ser una profesional recién emprendiendo, para quien no bastaba cumplir todos los requisitos, sino que automáticamente pasaba a ser la última prioridad aunque llegara de las primeras a las visitas masivas.
A las dos semanas de intentos fallidos y tras haber perdido dos departamentos que me gustaban estaba chata, deprimida, nerviosa y enfurecida. Entonces, me dije, filo con coordinarme con mi pololo para las visitas, filo con estar esperando las visitas masivas en las que yo- cabra chica- no tendría ninguna oportunidad. Y empecé a hacer lo que mejor sé hacer: hinchar a la gente hasta que se aburrieran de mí.
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Antes de comenzar mi maléfico plan y tras rechazar un arriendo directo con el dueño, donde me pedían depositar dinero antes de firmar nada y sin ninguna garantía recibí el llamado de un corredor sobre un departamento que a esas alturas ya ni recordaba, envié tantos mails y llamé a tanta gente. La cosa es que ya habían terminado todos los arreglos y el depa estaba impecable. Ese mismo día fui a verlo, y lo amé. El tamaño y las características eran mucho mejores a las que había aspirado, y el precio igual era posible de solventar. Acepté resignada la idea de pagar comisión inmobiliaria, porque tras mi mala experiencia intentando arrendar con el dueño, preferí la seguridad de un contrato y boletas.
Pero bueno, resumiendo, mi visita fue el jueves, el viernes no nos logramos coordinar para entregar los papeles, el lunes los entregamos y ayer firmamos, y plaf tenemos casa, pero ¡no tenemos nada!
Cuando llegas a tu primer hogar independiente enseguida, o antes, te pones a pensar en lo que es realmente indispensable adquirir – no se puede todo de un viaje-. Por nuestra parte lo primero que se instaló fue el Internet, que gracias a lo hinchadora que soy me querían instalar el mismo día, pero esa es otra historia.
Para nosotros el refrigerador, la cocina, la lavadora y la cama son de primera necesidad. Por ahora estamos durmiendo en un colchón inflable, tomando sopas para uno y comiendo pancito. Afortunadamente con el frío que hace, los pocos alimentos que hemos comprado no se han echado a perder. Esperamos que nuestras compras lleguen el sábado para empezar nuestra vida normal.
Pero aquellas son las compras grandes. Aparte, surgen un montón de pequeñas cosas que utilizas a diario y que en el camino te vas dando cuenta que las necesitas. Cortina de baño, loza, cuchillería, paños de cocina, cuchillos, colador para los tallarines y el básico hervidor eléctrico, son sólo algunas de ellas. Lo ideal es buscar la mejor oferta, sobre todo cuando no tienes nada, pero la urgencia de adquirir las cosas, a veces nos lleva a comprar aceleradamente. Y ustedes ¿qué me aconsejan comprar primero? ¿Dónde creen que puedo conseguir más cosas por el menor precio?