Nueva Vida: Ser maestro chasquilla

Jamás en mi vida había solucionado temas del hogar ligados a reparaciones de muebles, pintura de muros, cambios de enchufes, etc. Como ya saben me cambié a una casa que parece tener más historia de la que yo creía.

Cuando arrendamos miramos la casa y se veía bien mononita, el único problema es que estaba totalmente pintada de color naranjo por dentro. Con mi hermana nos encogimos de hombros y dijimos: -¡Filo, después pintamos todo blanco!-. Llevo casi un mes viviendo ahí y hasta este fin de semana no habíamos pintado ni los monos. No, en realidad monos hemos pintado desde que llegamos, oye que cantidad de inauguraciones hace uno en las casas nuevas.

La cosa es que este sábado me levante relativamente temprano -tipo 12:00 am- inspirada en la idea de pintar, por lo menos, mi pieza. Fui a una ferretería y me encontré con decenas de tipos de pinturas para muros unas anti hongos, látex, al agua, brillante, opaca…y muchas más. Le dije al tipo que me diera la segunda más barata y de color blanco, eso era lo único que me interesaba.

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Además, de una brocha y un par de rodillos tuve que comprar una escoba para usar el palo con el rodillo y llegar más alto. Se me pasó la tarde cocinando, comiendo y tomando siesta. Comprenderán que mentalizarse agota. Al final no hice nada así que me prometí levantarme temprano el domingo para pintar.

La mañana siguiente me puse las pilas, un pantalón de buzo, un polerón y me tomé el pelo. Me veía horrible, no tenía nada que ver con las tipas de las películas que se ponen una jardinera para maestriar y se ven regias. Y así comencé a pintar sin ningún tipo de formación, me dijeron que había que mezclar un poco la pintura con agua, obviamente poner papel o plástico en el piso para protegerlo y cubrir los guardapolvos.

La cosa es que la pintura me quedó horrible, ¡me muero de hambre como pintora de brocha gorda! Le di una pasada y luego una segunda pero no esperé tanto para que se secara la primera así que me quedaron las murallas todas manchadas entre blanco, damasco y unos tremendos forados con naranjo. Un verdadero desastre. Una persona me comentó que quizás donde la pintura no me pescaba era porque habían parchado con yeso. Esto de ser maestro chasquila (persona con habilidad para arreglar una amplia variedad de cosas hogareñas) es complicado.

A pesar de ser tan mala con la pintura, logré arreglar un mueble para guardar ropa. A martillazo limpio y varios clavos de más logré dejarlo impecable. Por lo menos para manipular el martillo soy buena.