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Mi experiencia: Recuerdos con olor a tela

Acá una pequeña historia explicando el origen de mi amor por la moda.

Desde pequeña mi vida estuvo ligada al mundo de la moda, de una manera no tan glamorosa como la mayoría se imagina que es este rubro, pero mucho más interesante de lo que se imaginan. Mi padre trabajaba en la desaparecida fábrica de telas Tejedurías Americanas.

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Siendo muy niña, junto a mi hermana visitábamos la planta y veíamos hilos gigantes de todos los colores, decenas de máquinas dónde por un lado entraba hilo y por el otro salían telas. Eso personalmente me asombraba. Me preguntaba cómo era posible que una mole metálica creara tan delicados tejidos. También pudimos observar el proceso de estampado ¡Fantástico! Las telas estaban sobre unos mesones y por encima les pasaba un brazo de fierro que dejaba en aquellos géneros dibujos ochentenos unos muy siúticos llenos de flores beige y otros modernos y atractivos llenos de colores flúor.

Una de las cosas que más recuerdo es el olor de la fábrica. Todo olía a tela y pintura de estampados. Aún lo tengo en la punta de la nariz. De hecho a mi hermana que es diseñadora de vestuario, la he pillado varias veces abrazando y oliendo grandes cortes de género. Parece una locura, pero nos recuerda nuestra niñez.

Juntas caminábamos por esos galpones, veíamos todo enorme. Incluso les cuento –entre nos- que para nosotras era como nuestra fábrica de chocolates. Nos creíamos las chicas Willy Wonka de las telas. Algunas veces nos quedábamos solas unos minutos porqué papá tenía que trabajar, nos metíamos a las bodegas atestadas con miles de rollos de telas y jugábamos a vestirnos. – ¡Denisse con este tafetán podríamos hacer un hermoso vestido de fiesta!- me decía mi hermana como actuando a ser diseñadora. Conocíamos los nombres de los paños porque nuestro papá siempre nos enseñaba cómo se llamaba todo lo que nos rodeaba. Según él por cultura general.

Allí había un diseñador brasileño, Gerson Brito era su nombre. Nadie era más extravagante que él. Recuerdo sus trajes súper extraordinarios diseñados por él mismo, hechos con las mejores telas e hilos dorados. Gerson era todo un personaje. En una oportunidad nos diseñó vestidos elegantes para un matrimonio al que asistiríamos. Fuimos las mejor vestidas en ese evento y yo sólo tenía 9 años.

En Tejedurías Americanas aprendimos a jugar con los géneros. Fue ahí dónde se forjó nuestro destino. A veces cuando estoy sola tomo las telas de mi hermana, las huelo y es cómo si volviera a caminar por la fábrica.

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