La verdad es que no tengo ese cuerpo privilegiado en que todo lo que me ponga me quede perfecto. Tengo que buscar esa tenidas que me disimulen el rollito típico que todas odiamos y no puedo ocupar cosas muy ajustadas.
La verdad es que hay días que no me importa cómo me vea y me siento de lo más guapa, pero hay días, como hoy, en que no quiero ni siquiera pasar por una vitrina y ver mi reflejo. De hecho ha habido veces en que voy con todo el entusiasmo a comprarme ropa al centro comercial y termino con las manos vacías porque sentí que me veía del terror. Culpo a las marcas por achicar las tallas- lo que +, en todo caso, tiene mucho de cierto- y termino por odiar mi anatomía todo el día.
Hay veces en que voy de vuelta preguntándome por qué he comido tanto y por qué aún no comienzo la dieta. Pero la verdad es que al ratito se me pasa. Y es que una no se puede pasar la vida viviendo en torno al cómo se ve.
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Es mejor ir a mirar ropa cuando realmente andas de ánimo, porque eso influye mucho el reflejo que verás de ti. Por otro lado, trata de no ir sola, las amigas siempre son ideales para subirte el ánimo y evitar que te deprimas por tonteras.
Además ¿qué hay de malo en pedir una talla más grande o asumir que hay modelos que no te quedan bien? A todas nos pasa, no es nada del otro mundo.
¿Has sentido que todo te queda mal?