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Desde Marte: De San Valentín, el amor y otras yerbas

O de cómo yo no odio el Día del Amor

Hace unos días noté la inminente llegada del 14 de febrero, Día de San Valentín, Día de los Enamorados, del Amor y la Amistad o como usted guste y quiera llamarle. Conforme pasan los años me he dado cuenta de que la anticipación por esta fecha ha decrecido. Antes las calles se llenaban de rosa y rojo por lo menos dos semanas antes y en estos días en realidad han estado más bien sobrias.

Después, leí este post de Denisse en el que habla de su odio por este día y estoy en franco desacuerdo. Verán, creo que de una década para acá nos hemos acostumbrado a repudiar todo tipo de fechas conmemorativas bajo el argumento de que “deberíamos celebrarlas todos los días”. En México, por ejemplo, es muy notorio el caso del Día de la Madre, en el que mucha gente se queja y se queja, pero eso sí, no dejan de caer en casa de sus respectivas mamás para que sea ella quien prepare la comida especial.

El 14 de febrero, tanto como Halloween o San Patricio para los irlandeses, no es otra cosa que una fiesta temática. Es decir, yo no quiero más ni menos a la gente solo por un día en particular. Bajo esa lógica, las personas no existirían a menos de que fuese en su cumpleaños o solo tendríamos miedo en Halloween. No es que tengamos que gastarnos el salario completo en una cena ostentosa y en tres o cuatro animales de felpa gigantes. Pero se puede entrar en el mood, nos podemos integrar a las festividades. O no. Porque, sí, existe la opción. A pesar de que veamos 35 anuncios por hora en la televisión recordándonos “demostrar nuestro amor” comprando todo tipo de mercancía, en realidad no nos están obligando a nada.

Creo que el Día de San Valentín es uno de los días que debiéramos recuperar y salvar de los quejosos y de los exagerados. Es decir, llenar de regalos a alguien no va a sanar ninguna relación que ya esté herida, pero tampoco te vuelves un monstruo consumidor e hipócrita si invitas a alguien al cine, a cenar, a salir. O a entrar. Si no se tiene una pareja estable o se acaba de salir de un hoyo emocional, es buena oportunidad para recargarse. Si existe alguien en nuestras vidas, llegar con una paleta de chocolate no va a mejorar nada, pero seguro provoca una sonrisa. Vamos, es un día en el que el protagonista es el amor y ¿quién no querría celebrar algo así?

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