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¿Juntos hasta el baño?

Cuando la sensualidad y el deseo por el otro, pueden verse afectados por el exceso de confianza.

Entiendo que existen relaciones en que la confianza es total, parejas que pueden compartir de forma abierta y natural todo tipo acciones, desde lavarse los dientes con el mismo cepillo, tirarse gases, hasta ir al baño, sin que por ello se vea afectada su vida sexual como tal, ni menos, el amor.

Pero ¿Qué tan afectada puede verse nuestra sensualidad y el deseo por el otro?

Acciones como depilarse, andar por la casa con bigotes de cera, mascarillas monstruosas e improvisados y poco sexys pijamas, son parte de nuestra vida cotidiana. Donde incluso, cuando “ya tenemos la confianza suficiente”, hasta entrar al baño y dejar la puerta abierta, poco o nada nos importa. Oye, si hasta la Reina Isabel va al baño ¿Qué tiene de malo? Si la caca es la cosa más democrática que hay.- algo de lo que estoy completamente de acuerdo- Pero ¿Es necesario compartirlo TODO?

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De ahí vendrá el concierto de eructos como juego, los gases intencionales, el “pucha me da lata depilarme hoy” y sin darnos cuenta, la confianza será tan extrema y en muchos casos tan entretenida, que todos estas cotidianeidades ya serán parte de lo habitual. Confundiendo intimidad con familiaridad, que pese a ser sinónimos no son lo mismo. Lo peor es que después no entendemos por qué nos sentimos “un poco desencantados”.

Y no se trata de que ay ” la reina no se tira flatulencias”, como bromearon a la ex Miss Universo, Cecilia Bolocco, en un capítulo de VideoMatch.  Sí, si se los tira como todo ser humano, pero no anda por el mundo ventilándolo(s),menos, si ella trabaja con su imagen y por ende se cuida.

¿Y no será justamente lo que debieramos cuidar para evitar el desencanto? No como algo netamente superficial, sino como una beneficiosa táctica, una eterna cartita de seducción bajo la manga. Porque hasta donde sé, vivir en intimidad algunos hábitos, nada tiene que ver con dejar de ser naturales, ni espontáneos, sólo es cosa de preocuparnos y poner más cuidado.  ¿A caso no nos gustan esos besos frescos? ¿Esa piel perfumada? ¿La suavidad de nuestros cuerpos?

Así, cuidar nuestros espacios, nuestros momentos, donde realmente exista una preocupación por lo que deseas de ti y para ti y que la confianza no pase sólo por un tema de poder entrar al baño mientras el otro lo ocupa, ni tampoco, por espantarse del sudor, del aliento, de un gas o un ronquido, sino que simplemente, preocuparnos de cuidar nuestra sensualidad, principal responsable de despertar en el otro el deseo sexual.

P.S–> La exquisita ducha en pareja es sin duda, la excepción de la regla 1313.

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