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La mujer que desea gobernar el país más machista del mundo

La vicepresidenta del Parlamento afgano, Fawzia Koofi , tiene fuertes convicciones de poder convertirse en la primera presidenta de su país.

La vicepresidenta del Parlamento afgano, Fawzia Koofi,  tiene fuertes convicciones de poder convertirse en la primera presidenta de uno de los países más machistas del mundo, Afganistán.

La décimo novena hija de un total de 23 hermanos, cuya madre fue la segunda de siete esposas, recuerda episodios de su infancia, de cuando vivían en uno de los rincones más recónditos de Afganistán y su padre solía pegarle a su mamá en casos -increíbles para muchos- como de que el arroz no quedara bien cocido.

Koofi se convirtió en el primer integrante femenino de su familia en aprender a leer , hecho que la marcaría positivamente de por vida, consiguiendo que en 2005 se convirtiera en una de las primeras mujeres elegidas para ser parte del parlamento afgano, contribuyendo a la aprobación de una ley, pionera en Afganistán, que tipifica la violación como delito. Sin duda, un tremendo avance para la sociedad de un país que contempla a la mujer en el último lugar de su escalafón imaginario. – si es que la contempla-.

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Y en una nueva batalla por derribar mucho más que las segregaciones de géneros,  anunció que será candidata a la presidencia en las elecciones de 2014, bajo la premisa de que “Este país necesita un cambio.”

Con 36 años, Fawzia Koofi se convierte en un verdadero referente para cientos de mujeres que si bien, agradecen y admiran el posicionamiento femenino, aún se encuentran sumergidas en un mar de contradicciones y miedos, traspasados de generación a generarción por una dinastía paternalista y machista, donde la mismísima vicepresidenta cuenta las artimañas que debió enfrentar para realizar actividades tan comunes para nosotras como para ir al colegio debía despistar a sus hermanos o la lucha de cuatro años , sumado a 20.000 dólares que le costó lograr que su familia aceptase su matrimonio con un hombre de su elección.

Hechos , que hacen ver difícil, -pero no imposible- la carrera presidencial de esta mujer, habitante de una de las zonas más atrasadas y tradicionalistas del mundo.

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