Una de las cosas de las que más me acuerdo de mi niñez es pararme frente al librero por horas para escoger algún libro viejo para leer en mi escondite secreto, que de secreto no tenía nada. Pero aún así, era el lugar donde más horas me gustaba pasar, alejada del mundo.
El criterio para escoger un libro era el siguiente: La portada tenía que llamarme la atención y las páginas tenían que ser amarillas, casi cafés; de esas que tienen el perfume del paso de los años impregnado por todas partes. Y los libros de Agatha Christie de mi madre cumplían con ese requisito casi siempre.
El testigo mudo, Asesinato en el Expreso Oriente y Los elefantes pueden recordar eran mis favoritos. Le tomé especial cariño a Hércules Poirot y los “chelines” y “peniques” siguen haciéndome sonreír.
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Agatha me transportaba a ese mundo de largos vestidos, de valijas de piel, viajes en tren, misterios y secretos que para mí eran más valiosos que cualquier cuento de Disney. Por eso la noticia de que se le rendirá un homenaje (¡por fin!) a esta gran autora, la que ha vendido más libros de ficción en la historia y tejedora de historias misteriosas, me hace feliz.
Una estatua de bronce será construida en Londres para conmemorar el sexagésimo aniversario de la puesta en escena de “La Ratonera”, una de sus más célebres obras de teatro. El ayuntamiento de Westminster, Londres, ya dio permiso para colocar la estatua en las calles de Great Newport y Cranbourn, en Covent Garden, una conocida zona teatral.
La pieza será creada por el escultor Ben Twiston-Davies y se proyecta que esté terminada para finales de este año.