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MX: De princesas a prostitutas y los padrotes que nunca se enamoran

San Miguel Tenancingo, Tlaxcala, la meca de la prostitución y trata de personas de México y América Latina

Ayer me sorprendió leer un interesante y, al mismo tiempo, desgarrador artículo acerca de San Miguel Tenancingo, Tlaxcala y su terrible reputación de ser la meca de la prostitución y trata de personas no sólo de México sino también de América Latina. Yo no tenía idea de que existía un pueblo en donde más del 50% de la población se dedica al más viejo de los oficios; desde las mujeres que comienzan como ficheras a edad muy temprana y terminan como prostitutas, hasta todos los canallas que hacen esto posible.

Un padrote (proxeneta) nunca se enamora” pero esta es la técnica que ellos utilizan para seducir a las mujeres hasta que las convencen de entrar, casi por voluntad propia, al mundo del dinero y sexo. Se aprovechan de las muchachitas de pueblo, las que sueñan con algún día salir de su vida humilde y conocer al Príncipe Encantador. Les compran regalos a ellas y a sus familias y sí, realmente se presentan como príncipes encantadores hasta que es momento del engaño.

Se casan con ellas y justo cuando creen que están a punto de comenzar a vivir la vida de sus sueños, algo sucede. Él, casi desesperado, la convence de que las cosas están mal (económicamente) y que no puede salir adelante solo, que intente fichar un rato, que no tiene nada de malo; mucha gente que conoce lo ha hecho, hasta su mamá y su hermana.

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¿Lo peor? Sí, estas mujeres y otras son las que terminan haciendo la labor de convencimiento, las que ayudan a que las mismas jovencitas se pongan el grillete de la esclavitud sexual y todo por amor a su esposo, ahora proxeneta.

Después las cosas se muestran como son: Si no trabaja, hay golpes. Y, por supuesto, ellas nunca ven el dinero que producen en sus jornadas de 20 horas de trabajo, no vaya a ser que se les ocurra huir.

Abortos clandestinos, golpizas, abusos, enfermedades y una vida de esclavitud es lo que les espera a estas jóvenes mujeres hasta que su momento se acabe, o sea, como a los 26 años, que dejen de ser “atractivas” para los clientes que buscan carne fresca. 

Lo que pasa después es inhumano: Las dejan morir, las abandonan a su suerte y pa’ lo que sigue. Pero mientras tanto, “los de Tenancingo estamos en Los Ángeles, Nueva York, Jiuston, en hartas ciudades. Todo es una pinche red de la que no te voy a hablar. Nomás te digo que un día una puta está en La Merced y al otro anda trabajando en Japón”, asegura el proxeneta que se enorgullece de su cobertura, como si esto fuera una especie de gran honor.

Hay historias y realidades que me dejan sin palabras y esta es una de ellas. Lo que sí es que definitivamente me quedo pensando hasta dónde somos capaces de llegar por amor, cuánto daño podemos llegar a hacer por miedo… y cuándo se va a acabar este tráfico de sentimientos que se transforma en una forma vil y cruel de explotación.

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