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Sobre el sexo y la exploración en pareja

El otro día conversaba con Santiago, mi chico,  acerca de lo que nos gusta, cómo son nuestros amigos y nuestro estilo de vida cuando de pronto llegamos al tema del sexo express.

El otro día conversaba con Santiago, mi chico,  acerca de lo que nos gusta, cómo son nuestros amigos y nuestro estilo de vida cuando de pronto llegamos al tema del sexo express. Pero más que el sexo casual, en realidad hablamos de ese punto en que el sexo se puede transformar en una especie de adicción, obsesión, deporte o como quieran llamarlo, y de cuando esa etapa llega estando en pareja.

La verdad personalmente no me ha pasado estando casado, pero si he experimentado períodos de alzas extremas en la lívido estando soltero y es algo que no podría explicar. Seguro debe haber un componente biológico, ese instinto primitivo e intrínseco de querer procrear a diestra y siniestra. Probablemente por eso mismo se nos tacha a todos los gay con la etiqueta de la promiscuidad. Claro que hay hombres gay promiscuos, pero como ya he dicho antes, hay de todo y para todos.

Usualmente me pasa que estos períodos vienen acompañados de lo que he denominado una “pálida sexual”, en donde no quiero nada con nadie y el sexo casual ya me parece aburrido. Y es que es verdad, la rutina cansa a cualquiera. Entras a un sitio de citas gay, vitrineas cual supermercado, coordinas con el galán que te apetece y cuando el llega a tu casa hablas trivialidades para luego pasar a la cama y finalmente despedirlo. Todo en forma muy cordial por supuesto, porque uno debe ser un buen  anfitrión incluso con el follamigo. Hoy por ti, mañana por mi.

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¿Pero qué pasa cuándo esto ocurre estando en pareja? He tenido matrimonios largos, pero nunca tanto como para pasar a ese otro estadio de exploración sexual en donde se incluye a invitados esporádicos para reavivar la llama. Puede ser que no me hayan tocado maridos de mentalidad tan abierta. “Es que ya deja de ser ese acto de amor entre la pareja”, me dijo Santiago.  Y le encontré toda la razón. El sexo con un tercero o en grupo es cualquier cosa menos entregarse amor entre dos. No es que me parezca mal, es simplemente que me parece que esa alternativa está más cerca de la diversión que del amor. Lo cual tampoco me parece tan descabellado.

Demás está aclarar que la población homosexual no es la única que se ve enfrentada a estas variables y que a las fiestas swinger la entrada a dos hombres juntos no está admitida. Lo que pasa es que en el mundo heterosexual las costumbres poco tradicionales se practicadan en secreto.

Si bien las relaciones abiertas y la exploración sexual en pareja no me parece algo negativo, creo que es inevitable una cuota de riesgo. Y no me refiero tan solo a las ETS, me refiero al riesgo de jugar con fuego en el plano de lo emocional y sexual.

¿Y ustedes qué opinan? ¿Han tenido la experiencia? 

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