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El Cairo, capital árabe del acoso sexual

Y aunque el acoso sexual no se trate de un problema reciente, durante las últimas tres décadas se ha transformado en una verdadera enfermedad social.

A propósito del tema ¿Cómo reaccionas al acoso sexual en la calle? , nos encontramos con un excelente reportaje del diario El País publicado el 6 de enero, donde el periodista Ricard González retrata justamente cómo este tipo de ataques se ha transformado en una de las epidemias más extendidas que sufre Egipto, siendo El Cairo la capital de este indeseado comportamiento social.

Ricard relata que el acoso suele suceder a plena luz y, “aunque parezca ilógico”, los lugares de mayor riesgo son donde transitan más personas, siendo el fin del aid el adha, la fiesta del cordero, un momento altamente peligroso, donde sólo este año, diversos grupos de mujeres denunciaron cientos de actos de agresión sexual, realizados principalmente por grupos de adolescentes.

Una tendencia que se hace visible ante los ojos del mundo y del que muchos pudieron ser testigos, cuando recientemente una corresponsal de la cadena France24 tuvo que ser rescatada de una turba de “hombres” (?) que se abalanzó sobre ella mientras realizaba un enlace en directo desde la plaza Tahrir y no es el único caso, ya que en 2011 y en el mismo lugar la corresponsal de CBS, Lara Logan, también fue atacada sexualmente.

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Según un estudio del Centro Egipcio por los Derechos de las Mujeres (CEDM) y el UNFPA, un fondo de la ONU,  publicado en 2010, cerca de la mitad de egipcias declara sufrir este tipo de acoso a diario, y hasta un 83% de ellas lo ha experimentado alguna vez en su vida.

“La cifra asciende hasta el 98% en el caso de las mujeres extranjeras que viven en la capital egipcia. A pesar de que no existe un estudio comparativo, numerosas mujeres que han vivido en varios países de la región sostienen que El Cairo es la ciudad donde está lacra es más aguda”, revela González.

“El acoso puede adoptar aquí muchas formas diferentes: miradas lascivas, piropos desagradables, silbidos, tocamientos, e incluso el seguimiento, ya sea en coche o a pie”, explica Dalia, de 22 años, agregando que: “Un tipo muy característico de Egipto es el acoso telefónico. Hay hombres que marcan números al azar, en busca de alguna chica. Cuando dan con ella, pueden llamarla hasta 30 o 40 veces al día”. Ante esto la simulación de voces masculinas o la descarga de una aplicación de móvil que permite bloquear las llamadas de números concretos, se han transformado en verdaderas herramientas.

Y aunque el acoso sexual no se trate de un problema reciente, durante las últimas tres décadas se ha transformado en una verdadera enfermedad social.

Pero… ¿Por qué se estaría dando este grave fenómeno? 

Según lo presentado, la frustración sexual que genera una sociedad cada vez más conservadora, frente a la amplia difusión de vídeos eróticos a través de la televisión por satélite o de Internet, sería uno de los motivos, donde a modo de ejemplo,  sólo el plan satelital Hotbird cuenta con al menos 15 canales de erotismo en árabe.

Por otro lado, se cree que el elevado desempleo juvenil ha retardado el promedio de edad para casarse, sobre todo entre los hombres.

Y en una explicación mucho más razonable que las dos anteriores, Rasha Hassan, una de las investigadoras que realizó el estudio del CEDM señala que: “El verdadero motivo es la falta de respeto y consideración hacia la mujer y sus derechos. Los acosadores no son sólo jóvenes solteros, sino también casados, maduros, e incluso niños”, agregando que el acoso “cuenta con alto grado de aceptación social, y por lo tanto, de impunidad. Para muchos, es una especie de demostración de hombría”.

Rasha explica que la mayoría de mujeres opta por mantener un silencio incómodo y que aquellas que alzan la voz, reprobando estas conductas, difícilmente encuentran apoyo, menos de la policía, quienes han sido señalados como uno de los colectivos más propensos al acoso, junto a estudiantes y taxistas.

Uno de los más interesantes puntos es que la mayoría de los hombres insiste en justificar su actuar, responsabilizando la “tentadora” forma de vestir que tiene la mujer, -pobrecitos, que pécoras que somos-, sin embargo el estudio del CEDM evidenció que en el 72% de los casos, o sea la mayoría, las víctimas usaban el hiyab o velo islámico. Bien extraño eso de  “recurrir al argumento de la provocación cuando es muy raro ver algún hombro desnudo en las calles de El Cairo, por no hablar de pantorrillas…”, expone el periodista

“En 2006, cuando empezamos nuestro trabajo, era un auténtico tabú. Ahora, muchas organizaciones han lanzado campañas, y los medios de comunicación, e incluso el cine, lo han abordado. Las actitudes están empezando a cambiar”, se emociona Rasha, voluntaria en Harassmap, una de las múltiples nuevas iniciativas que busca ayudar a las víctimas.

Pero para generar un verdadero cambio cultural a parte de generar instancias de sensibilización es necesario cambiar la ley. “En el código penal, no está tipificado un delito de acoso sexual. Lo está la violación y el “asalto”, pero este ni tan siquiera está claramente definido”, explica Dina Hussein, abogada miembro del Consejo Nacional para las Mujeres quien ha exigido esta figura legal.

Por lo pronto, el primer ministro, Hisham Kandil, anunció en noviembre que el gobierno estaba preparando una ley para establecer el acoso sexual como delito, castigándolo con severas penas.

Mientras tanto en Egipto, las mujeres se apoyan en organizaciones y las nuevas generaciones intentan seguir el ejemplo de Dalia, una de las jóvenes entrevistadas quen señala convencida que: “La próxima vez que sufra algún tocamiento, no me quedaré de brazos cruzados. Pienso presentar una denuncia. Tenemos que luchar por nuestros derechos”. Tenemos que luchar por nuestros derechos.

Fuente: El Paìs

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