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La Fierecilla Domada

¿Será que es real lo que hace más de seis siglos escribió Shakespeare y que un hombre puede ejercer en nosotras una especie de poder místico?

La Fierecilla Domada es una de las muchas obras de William Shakespeare quien es considerado uno de los más importantes escritores de la lengua inglesa y de la literatura mundial.

Hace unas semanas fui a pasear a una librería y me encontré con una liquidación buenísima, me compré cuatro títulos, entre ellos las historia de Catalina una chica imposible de manejar caprichosa y rebelde que es amansada por su esposo a punta al punto de transformarla y convertirla en una mujer sumisa. Me interesó mucho la historia así que me lo llevé a casa. Mientras lo leía pensé en la idea de que un hombre “dome a una mujer”. No quiero enfrascarme en una discusión feminista como fondo de este artículo sino más bien en la metáfora de la palabra domar.

No sé si les ha pasado, pero a veces cuando las mujeres nos enamoramos nos volvemos fanáticas de nuestras parejas, obviamente existe una delgada línea para pasar a la obsesión, la idea es que sea un amor sano -obvio-. El asunto es que no entiendo por qué cuando el amor llega a nosotras es como si nos golpeara en la cabeza y nos quedáramos aturdidas. Probablemente a los hombres también les pasa. Pero las mujeres somos las reinas del compromiso ciego, recuerdo una oportunidad -hace mucho tiempo- en la que mi novio en aquel entonces estaba de cumpleaños. Llovía a cántaros en la ciudad, las calles estaban inundadas por completo. Era tanto el agua ahogando la ciudad que era muy difícil o imposible conseguir un taxi, pero como yo había invitado a sus amigos con mucha anticipación y ya habían confirmado todos su asistencia, era difícil postergar la fiesta.

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Lamentablemente, el dinero para la producción lo tuve ese mismo día así que salí a la calle en medio del diluvio para hacer las compras. No me van a creer pero junto a un amigo (a quien siempre voy a agradecer su colaboración incondicional) caminamos bajo el agua, la que a momentos superaba nuestras rodillas, por lo menos unas 20 cuadras. Llegamos al supermercado compramos y nos devolvimos a pie porque no pasaban taxis. Finalmente, la fiesta fue todo un éxito, pero ¿era necesario hacer de ello una odisea?

No sé si soy yo o es un tema de género, digo de género porque he conversado con varias chicas que han hecho de sus compromisos verdaderas películas de Hollywood, pero somos capaces de cruzar el mundo por hacer felices a nuestros amados. ¿Será que es real lo que hace más de seis siglos escribió Shakespeare y que un hombre puede ejercer en nosotras una especie de poder místico? Me lo pregunto porque la verdad es que por ejemplo yo soy práctica y me gusta solucionar rápido las cosas, en el caso de que no se pueda me tomo mi tiempo y si es necesario aplazar algo hasta encontrar una mejor salida, pues bien lo hago. Pero en lo que a amor se refiere soy lo menos práctica que hay y quiero todo AHORA.

Conozco chicas que incluso han dejado de ir a trabajar un par de días porque el hombre de sus sueños les dio el sí y finalmente se quedan juntos en la cama eternamente. Y les aseguro que varias de ellas son todas mujeres de carácter fuerte, profesionales que saben perfectamente lo que quieren y como conseguirlo, pero en estas circunstancias se convierten en gatitas suavecitas y dóciles. Que intrigante es el amor.

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