Decidí abortar, ¿Qué queda después?

Nota: La columna no se trata de aconsejar sobre qué decisión tomar o si es menos traumático hacer un aborto o que se nos niegue bajo nuestro consentimiento. Es sólo un análisis profundo de las consecuencias de ésta práctica

Más de alguna podrá personificar el pánico, un miedo inmenso, debilidad y una terrible necesidad de tener un rayo de esperanza al entrar en la duda de interrumpir un embarazo.

Cuando una mujer toma ésta decisión, no siempre es un tema de integridad es porque detrás no hubo una seguridad, sin poder lidiar con la soledad o con las causas que la llevaron a ese estado.

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El quedar embarazada sin tener el apoyo de la pareja o en circunstancias violentas es realmente una crisis que afecta a cualquier mujer que no está emocionalmente preparada para hacerlo y las críticas del entorno muchas veces van ligadas de consejos cómo “si no deseas tenerlo, aborta”. Ya es decisión propia si se considera como una solución.

Pero ¿Qué sucede tras una experiencia tan traumática?

Realmente vivirlo no es nada fácil, porque las consecuencias que acarrea una decisión así podrían causar una profunda crisis. Pasa que algunas tenemos más tendencia a la culpa, los sentimientos de autocrítica nos carcomen y al interrumpir un embarazo podría ser una cruz cargada por siempre, a modo de herida sin sanar.

El semblante se va debilitando, si se toma la decisión es porque muchas veces las causas fueron consecuencias traumáticas.

Antes de abortar lo único que ellas desean es deshacerse del problema pero una vez abortan, sienten que han matado a su propio hijo y eso les causea un shock o trauma psicológico. Sufren del síndrome post-aborto, donde el dolor físico es tanto que se llega a un estado de negación. La doctora Carmen Gómez nos explicababa en Belelu las consecuencias psicológicas que traen: Experimentan insomnio, pierden concentración, pueden caer en abusos de sustancias, disfunciones sexuales o desean castigarse buscando relaciones abusivas o aislándose de sus amigos y familia.

Se pueden desarrollar sentimientos de rencor y resentimiento hacia uno mismo, o al que aconsejó. Incluso dentro de la relación, a veces siendo la misma pareja quién nos llevó a tomar la decisión.

Lo importante para una sana recuperación es entender que solo se puede superar un dolor si se enfrenta a la realidad de la decisión ya tomada, el pasado no se puede cambiar, si se siente como un error es algo que ya no se puede repara y la vida (aunque no lo parezca) no termina ahí. Aprender a perdonarse y llenarse de motivos para vivir.

Muchos países latinos ya han actualizado sus reformas y constituciones, con el fin de proteger a la mujer que decida abortar por diferentes razones, siempre y cuando exista un tema de violación de por medio y el embarazo signifique poner en peligro tanto psicológico (violación, incesto, rapto, etc.) y físico para la mujer. Hace unos días comentamos aquí sobre el aborto en México y unos meses atrás de cómo la negación del aborto significaría una tortura para una mujer.

En Latinoamérica sólo 7 de los 34 países del continente posee total prohibición de ésta práctica.

México, Bolivia, Brasil, Colombia, Paraguay, Perú, Venezuela y Ecuador son países donde está permitido abortar en diferentes circunstancias, variando de acuerdo a los códigos penales y legislaciones.

En cuánto a los países restrictivos están:

Chile y Surinam: Los más restrictivos, son los únicos países suramericanos que castigan la interrupción del embarazo en todos los casos, y durante 2012 el Senado chileno ha rechazado tres proyectos de ley acerca del aborto terapéutico, uno de los cinco a nivel global que no posee legislación alguna respecto al aborto terapéutico.

Centroamérica y el Caribe: El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, que completan el grupo de 7 países, de los 34 del continente, donde el aborto está totalmente prohibido.