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¡Devuélvanme mis vacaciones!

El paso más duro a la vida adulta no es tener que encargarte de tí mismo, es despedirte de tus vacaciones.

Creo que la parte más ruda de entrar a la vida laboral no tiene nada que ver con levantarse temprano diario. Tampoco tiene que ver con tener dos guardarropas: uno para la oficina y uno para el fin de semana, al cual hay que encontrar la forma de transformarlo para salir de noche si es que se ofrece.
Nada de eso es tan malo (a menos que seas muy apegada a tu estilo, o toda las faldas que puedes usar tengan que ser abajo de la rodilla, claro), como acostumbrarse a la nueva cantidad de vacaciones que tendrás en tus manos.

Esto varía de universidad en universidad, pero en mis tiempos estudiantiles, acumulando verano e invierno, tenía un total de cuatro maravillosos meses de vacaciones. Y aquí cabe mencionar que como siempre fui muy inquietita, siempre me dediqué a hacer algo en dichas temporadas: normalmente a trabajar.

Y sí, la vida de estudiante tiene puntos en que es muy pesada y sientes que en esa semana específica de trabajos, tareas, exámenes y presentaciones vas a morir. Pero bien sabes que no es cierto, y ya sabes, cuando creces te das cuenta de que en verdad llegaste a exagerar en muchas ocasiones. Incluso cuando estabas involucrada en una buena cantidad de actividades estudiantiles.

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Pero bueno, díganme si no es rudo pasar de 4 meses de vacaciones a un trabajo donde el primer año no hay derecho a vacaciones, y en el siguiente será sólo de una semana. Aunque hayas sido una persona inquieta en tus descansos estudiantiles, es el hecho de ya no tener esa libertad de dejar todo y darte una aventura para descubrir el mundo. Cosa que en estos momentos creo que me habría gustado mucho hacer antes, y ahora debo descifrar cómo incorporarla a mi vida de mujer ejecutiva, bueno, de periodista multifuncional que trata de reponerse del desorden económico de su vida estudiantil.

Este verano que ha estado especialmente lluvioso y gris, aunque va empezando, parece una promesa a medias. Y he tenido tantas ganas de tirar todo por la borda algunas veces, sólo de escapar.

¿Qué hacer cuando te sientes así?

Lo peor que puedes hacer: dejarte llevar por ese estado depresivo, dejar de salir con tus amigas y pasar en tu casa tu tiempo libre. Hay ciertas acciones que te pueden ayudar a sentir que es verano y que sí, lo estás disfrutando.

Sal entre semana
Aquí un tip importante, sal en directo después de tu trabajo, sabemos que si llegas a casa te va a dar el bajón de energía que te quitará las ganas de salir. Trata de salir unas cuantas veces por semana que no sean el fin. Al menos para que tu rutina cambie un poco y te pongas al tanto de las últimas novedades de tus amigas.

Desde que trabajo, darme el gusto de salir varias veces entre semana me hace sentir que no estoy trabajando todo el tiempo y que sí he ganado beneficios a la edad adulta. Porque yo era ñoña y no salía entre semana.

Date el gusto de una buena comida
Ya sabes, una de esas comidas de 5 tiempos en un restaurante que te guste mucho. Mejor si puedes ir con una persona especial. No te olvides de pedir vino y un vaso de agua, es la manera elegante. Claro, no es algo que se pueda hacer diario, pero en definitiva te ayudará a sobrellevar el veraneo oficinístico.

Disfruta la ciudad
El verano es la mejor época para estar en una gran urbe, porque los niños no van a la escuela y, de pronto te encuentras con menos tráfico en tus rutas diarias. ¿Por qué no aprovechar el tiempo con una clase de yoga mañanera? O, quizás, ¿apartando un desayuno con tus amigas con ese tiempecito extra? Es una forma de aprovechar el hecho de que nada es igual en verano, ni siquiera el tráfico.

Date la oportunidad de ser un turista
Seguro hay bastantes rincones de tu ciudad que no conoces. Usa un fin de semana para recorrer uno o varios puntos de la ciudad que no conozcas, es otra linda forma de cambiar la rutina y aprovechar que es verano.

Puede que a final de cuentas no puedas escapar de todo, pero siempre puedes aprovechar que, a pesar de tus obligaciones, el verano es diferente a cualquier época del año. Y eso, en ropa de oficina o no, hay que celebrarlo.

Foto: Wellnessforallseasons

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