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Estoy enamorada del profesor, ¡auxilio!

Pretty Little Liars es una serie televisiva norteamericana de misterio y suspenso, de aquellas en las no se sabe a ciencia cierta quién es el culpable y a la vez sospechas de todos los personajes durante al menos un episiodio. Sin embargo, no es exactamente la intriga lo que hace a este programa de televisión para jóvenes tan único, sino el muy cursi y dramático romance entre una adolescente de 16 o 17 años, Aria, y un profesor de veintitantos llamado Ezra Fitz.

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No obstante, no han sido la primera pareja maestro-alumna de nuestra generación. Unos años atrás, la guapa Kat Dennings ya daba de qué hablar en su atrevida producción independiente, Daydream Nation, en la que su personaje conquistaba descaradamente a su nuevo profesor que, a decir verdad, no era tan joven si lo comparamos con Ezra Fitz.

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Pero, a todo esto, ¿qué ocurre en la vida real cuando se cruza la barrera profesor-alumna? Graves y serios problemas que nos ponene a pensar, por ejemplo, en lo que ocurrió en mayo de este año en Baja California, México con un profesor de primaria que abusó sexualmente de una menor de 7 años, 30 años menos que él.

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Sin embargo, no todo es tan trágico o mágico, a veces uno puede tener un romance inofensivo con su profesor sin causarle daño a nadie. Y un ejemplo de ello es mi amiga… Andrea.

Andrea era una chica de 16 años que, al inscribirse a su clase de sociales, perdió la cabeza en un enamoramiento platónico; mi amiga Andrea se enamoró de su profesor. Durante 6 meses, Andrea sufrió toda clase de “eventos” platónicos con su profesor. Una vez accidentalmente le tocó la mano al entregarle un examen, y Andrea jamás volvió a usar gel antibacterial en ella; otra vez más, mi amiga se había topado con el profesor en la entrada y suspiró al notar que éste le cedía el paso caballerosamente. Es más, Andrea estaba tan embobada que, en una noche de insomnio, soñó con que el Sr. B. era algo así como su Christian Grey. (Enough said.)

El curso terminó pronto y, justo cuando Andrea iba a cometer la locura de arruinar su prestigiosa conducta excelsa dentro de su bachillerato con tal de expresarle sus sentimientos al Sr. B. (porque ya saben cómo somos cuando nos enamoramos), se encontró a su queridísimo Sr. B. besándose con otra persona. ¡A un hombre! Así es, Andrea los había interrumpido en pleno derroche de pasión gay.

“¡Andrea! Sólo estábamos… Eh, él es Eduardo”, enunció el guapísimo Sr. B. ante la mirada atónita de Andrea, quien estrechó su mano con la del hombre que había besado al amor de su vida. Fueron los 10 minutos más incómodos de su vida adolescente, según me contó en un mensaje.

Pero, analizando la situación más a fondo, enamorarte de tu profesor puede ser normal si es que buscas a un hombre autoritario en tu vida, puede ser también algo divertido si nunca llegas a expresar tus sentimientos y sólo disfrutas platónicamente, o puede incluso ser interesante si esta fantasía amorosa traspasa tu mente y se vuelve “tu amor secreto” (que, créanme, ha pasado fuera de la televisión y las películas).

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