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Esperando a Mr. Darcy

“La imaginación de una mujer es muy rápida; salta de la admiración al amor y del amor al matrimonio en un momento.” – Jane Austen, “Orgullo y Prejuicio”.

Una vez leí un texto que decía que lo mejor que podías hacer era salir con una chica que lee. Lo escribió Charles Warnke y dio la vuelta al mundo y muchas de mis conocidas compartían una y otra vez el post. Lo leí y me gustó mucho porque hubo muchos párrafos donde me sentía identificada, es más, era como si esos párrafos los hubieran escrito para mí. Recuerdo mucho este en especial:

Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.

Dentro de lo bonito que me pareció que escribiera eso, hay un ligerito detalle que se le olvidó mencionar. La chica que lee o que escribe, es la misma que se pierde tanto en historias que crea en su cabeza que todo deja de ser suficiente y constantemente anda creando escenarios o lagos de cosas e historias que no pasan. La chica que lee está condenada a vivir en fantasías porque Borges narró perfecto lo que ella quiere o William Shakespeare creó para ella un hombre perfecto o, si ya nos queremos ver muy fantasiosos, Anne Rice le hizo el favor de personificar la sensualidad hecha vampiro.

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Esta dichosa chica que lee vive en páginas, ahí está atrapada porque cada vez que acaba un libro su vida cambia, porque cada vez que conoce un personaje y se enamora de él, va a buscar en sábanas ajenas lo que la lleve a ese hombre hecho de papel, tinta e imaginación. ¿Nunca te ha pasado? A mí sí, varias veces, vaya, hasta una vez me enamoré de una caricatura. Nomás que mi mamá no se entere porque me encierran.

Jane Austen me hizo el favor de escribir y publicar en 1813 el libro “Orgullo y Prejuicio”, donde como ya todos sabemos, narra la historia de Elizabeth Bennet y su familia y de cómo un tal Mr. Darcy aparece en su vida para voltearla de cabeza y hacer que al final terminen profundamente enamorados. El orgulloso y altivo Sr. Darcy volteó mi mundo de cabeza. El cómo una y otra vez mueve el mundo entero para complacer a la gente a la que amaba sin presumir sus acciones, sino haciéndolo por la pura bondad de corazón y cómo, cuando se da cuenta de que su orgullo y el prejuicio a Elizabeth Bennet lo han cegado y que, en realidad está profundamente enamorado de ella y va con ese ímpetu e impulso a declararle su amor y admiración, ahí, justo ahí me dije: “Eso. He ahí el hombre que yo quiero.”

Me enamoré profundamente de un personaje creado siglos antes de mi época, me enamoré de una personalidad que toda la vida he buscado y que cuando no encuentro voy y me refugio en páginas para tenerlo de nuevo. ¿Qué se le puede hacer cuando te enamoras de algo que está escrito?, ¿qué nos queda a las que leemos tanto que nos mudamos a mundos de papel e historias ficticias o que buscamos firmemente traer ese mundo a la realidad? Lo único que se me ocurre es algo que está escrito en las páginas de ese mismo libro: “No tengas prisa, el hombre adecuado llegará.” Entonces, pues lo espero.

Fuente Foto: Modernpandp.wordpress.com

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