Homenaje a Rosario Castellanos, la madre del feminismo en México

Nacida en la Ciudad de México el 25 de mayo de 1925, vivió gran parte de su infancia y adolescencia en Comitán-Chiapas, lugar que influyó en todas sus obras.

Desde niña se dio cuenta de las injusticias hacia los pueblos indígenas, sobre todo hacia las mujeres, pues pertenecía a una poderosa familia de terratenientes. A los 16 años logra regresar a la ciudad de México en la que estudia Literatura.

Lo que nos fascina de Castellanos es que en la mayor parte de su obra se ve reflejado lo que significó para ella la doble condición de ser mujer y ser mexicana. Su clase de feminismo no era el extremo que defiende a las mujeres como mejores que los hombres, si no en el que únicamente se desea la igualdad entre ambos sexos. Siguió la línea de Simone de Beauvoir: el femenino no es el sexo débil, es el “segundo sexo”.

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Durante toda su vida, defendió la causa de los pueblos marginados enfocándose en hombres y niños, pero especialmente en las mujeres. Es por eso que se le considera “la madre del feminismo en la lengua materna.”

Admiramos su trabajo no solamente por abordar el feminismo desde un punto de vista más objetivo, sino porque a pesar de la exclusión de género en su tiempo, logró desempeñar grandes puestos como el que dedicó sus últimos años al servicio exterior. Fue nombrada embajadora de México en Israel en 1971, trabajando como catedrática en la Universidad Hebrea de Jerusalén, además de su labor de diplomática.

Entre las obras que reflejan su lucha por la inclusión de las mujeres en la sociedad mexicana del siglo XX, podemos mencionar Juicios sumarios, Mujer que sabe latín y El mar y sus pescaditos.

Falleció en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974, a consecuencia de una descarga eléctrica provocada por una lámpara cuando acudía a contestar el teléfono al salir de bañarse, sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres el 9 de agosto de 1974.

Foto: periodicoenfoque.com.mx

Fuente: Noticias Universia