Espectáculos

Joven y Alocada, el libro

La historia de Camila Gutiérrez -26 años- ya está a la venta en las principales librerías chilenas. El lanzamiento se realizará este miércoles en el Centro Arte Alameda.

El 2012 se estrenó la película “Joven y Alocada”, la cinta fue todo un éxito al punto que recibió el premio al mejor guión de la World Dramatic Cinema Competition en el Festival de Sundance, vendió miles de tickets y se convirtió en todo en fenómeno entre las adolescentes y las más mayorcistas.

Ahora la historia de Daniela, esa joven y alocada adolescente bisexual de 17 años, se convertirá en un libro por medio de la editorial Random House Mondadori. Hace un año revista Qué Pasa contó la noticia, comentando que “Camila Gutiérrez -26 años, guionista de Joven y alocada- se reunió con los editores de Random pensando que le iban a proponer un tema para escribir algún artículo periodístico. Pero en esa reunión no hablaron de un artículo periodístico sino de un libro. Querían que escribiera un libro, una suerte de autobiografía ficcionalizada. O algo parecido a la historia no contada de Joven y alocada, cuya trama está inspirada en la vida de Gutiérrez”.

Hoy libro ya está listo y a la venta en las principales librerías chilenas, pero de seguro se podrá adquirir en otros países ya que la historia se revive en todo el mundo solo se necesitan un grupo de adolescentes y ya. La mayoría hemos pasado situaciones como la protagonista de esta historia.

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Les cuento que este miércoles 7 de agosto, en el Centro Arte Alameda, se realizará el lanzamiento del libro escrito por Camila Gutiérrez que contará sus memorias más desinhibidas. En el evento se presentará la cantante nacional Fakuta. La edición será presentada por Diego Zúñiga, Marialy Rivas y Virginia Gutiérrez.

Y para los fanáticos traigo una joyita. A continuación un adelanto -publicado por The Clinic– de lo que encontrarán en el libro…

Primera parte: El lloro y crujir de dientes.
Capítulo 16

Primer pololo tiene pelo de oveja, es el tipo de hueón que toca la batería en el aire cuando está en un concierto, escribe con ortografía ola ke ase y a veces me dice cosas como: «Oye, si no fuera porque tenís los ojos azules no seríai bonita», pero nada de eso importa porque escucha Fito Páez-Charly García; va en segundo medio y yo en octavo, y eso es suficiente para el amor.

Además, romance secreto. Quiero decir: secreto para padres, para Tía Paulina y para los profesores Adonay. Todo el resto del mundo —hermana, la Pía, mis compañeros— sabe. El secretismo dura menos de dos semanas porque Madre saca su espíritu Madre Espía.

Sospecha de mi exceso de felicidad y llega a buscarme al colegio aunque siempre me voy en bus. Me descubre muy de la mano. No dice nada. Solo me mira. Siento la vista nublada, piernas como hilitos. Camino al auto con cara, con cuerpo, con ritmo de futura muerte en guillotina. Madre no me habla durante todo el viaje. El viaje es tan largo como esos cinco minutos culiaos en los que hay que correr en educación física.

En la casa, sigue sin hablar. Ordena lo que ya está ordenado y eso significa que está furiosa. Esta vez no tiene ojos de ciervo ni dice «Lo importante no es el hecho sino que me hayas mentido», porque, puta, el hecho es lo que más le importa.
—¿Por qué te lo estabas agarrando?
Sorpresa por su aseveración y por su hablamiento.
—No me lo estaba agarrando. Estábamos de la mano.
Madre ordena lo ordenado que ya ordenó. Furia ascendente.
—¿En qué más me he has mentido?
Hago repaso mental y me confundo. Nunca le hablo de mí pero no sé si eso es mentir y no entiendo todavía que lo que Madre quiere saber es si me metió la pirula o nones.
Ojos de susto.
—En nada.

Se queda callada para siempre y me voy a mi pieza. Pienso toda la tarde en la conversación que voy a tener en la noche con Padres y hago lo mismo que cuando tienen reunión de apoderados: me duermo a las siete, aunque sábanas pegadas a la piel por el sol calor.

Madre me despierta.
Estamos los tres sentados en el living. Me imagino una lámpara chica prendida pero no sé si fue así o es mi idea de interrogatorio. Padre tiene las manos entrelazadas y mira hacia abajo. Madre no soporta mirarme. Lo que sigue se resume en Padre diciendo que puedo pololear con una condición y Madre chilla: «NO LE PUEDES TOMAR NI LA MANO».

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