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Karen Hermosilla: “Lo que está más instalado en Chile es el matriarcado machista”

Es madre, política, columnista y poeta. Te invitamos a conocer a esta mujer que pretende “terminar con el sistema que oprime a las mayorías”.

La periodista, poeta y madre, Karen Hermosilla, se ha hecho conocida en estos últimos meses debido a su participación en política a través de la vocería de las candidaturas presidenciales de José Antonio Gómez (Partido Radical) y ahora de Marcel Claude (Movimiento TO2 a la Moneda).

A lo largo de su carrera, además de sus innumerables columnas políticas en Punto Final, El Ciudadano, El Mostrador, Clarín y otros, ha publicado dos libros, “Gesto Mecánico” (Ediciones Cataclismo, 2009) y actualmente se encuentra promocionando “Poeta Chilena Dispara” (La Liga de la Justicia Ediciones), el cual presentará este viernes en la 33a versión de la Feria Internacional del Libro de Santiago. También plasma sus más activistas ideas en el sitio de medio ambiente VeoVerde.com.

Karen ha forjado una carrera como columnista, escritora y activista, lo que sin duda la convierte en una mujer que tiene una opinión que trasciende en la sociedad chilena contemporánea. Como vocera del candidato a Presidente de Chile del Partido Humanista la hemos visto en una serie de debates, especialmente en TV, donde su género claramente ha jugado un papel importante en las conversaciones ya que su personalidad osada en varios casos le ha jugado en contra. Y es que en este país las mujeres llevamos muchos años de silencio cómplice y culposo, pero tenemos claro que Karen no se quedará callada.

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¿Cómo ha afectado el patriarcado a las mujeres de nuestra generación?

Hay una frase de Norman Mailer que dice: “La revolución feminista ha convertido a la mujer en ese tipo de hombre que a mí me entristecía cuando era joven, ese que tenía que trabajar de nueve a cinco de manera aburrida y nunca era dueño de su destino. Ahí es donde acabó su revolución, su asalto al poder”, y tal cual. Me parece que las mujeres hemos asumido un rol masculino en la calle, que hemos descuidado la maternidad en la casa, que nos parece que debemos “competir” sin cambiar el modelo patriarcal y por lo tanto nos hemos unido al enemigo.

Es evidente. Vemos dos liderazgos femeninos que no sólo han permitido la barbarie de un modelo capitalista y patriarcal, sino que lo han promovido, protegido y ahora son las adalides para que estos sean los criterios que sigan dominando en Chile. Matthei y Bachelet son referentes para muchas mujeres de nuestra edad que han creído que es ésta la forma de liderazgo que debemos tener. Por un lado uno de abeja reina y por otro lado el de la mamá pata. Mientras una se impone como un dictador, la otra lo hace desde el latigudo calor del seno que adormece y en términos políticos “asiste” a los desvalidos, mientras su rol continúa siendo nada más que de tranquilizar en vez de movilizar. Por mientras, los hombres siguen siendo los que le marcan la línea.

Ahora, hay que reconocer que a pesar de todo habemos varias que ya entendemos que debe haber una igualdad de las diferencias. Reconocer que somos distintos todos, ni si quiera por una vocación de identificarse con tal o cual género, sino que simplemente porque está dado por la diversidad humana. Y todos esos matices deben ser igualmente respetados y valorados sobre todo en términos legales para tener una sociedad real, y no como la imaginan los patriarcas en sus canones conservadores que aún nos tienen marcando el paso hace más de 40 años y peor aún, dividiéndonos por clase social además del determinismo biológico y la opción sexual.

¿Es necesario que haya más mujeres en la política que representen nuestros intereses y la defensa de los derechos? ¿Por qué?

Lo que realmente es necesario, es acabar con una “clase político-empresarial”. La política tiene que ver con todo. Lo que comes, lo que vistes, los contenidos que te mete la prensa, la radio, la tele, lo que te hacen estudiar en el colegio y la universidad, donde vives y cómo te movilizas por la ciudad. Todo es política, por lo tanto somos nosotros los que debemos hacerla. Y eso se consigue por medio de un proceso constituyente donde podamos aportar nuestras visiones desde donde nos encontremos. Estudiantes, trabajadores, hombres, mujeres, homosexuales, lesbianas, jóvenes y viejos. La política está en la calle. No encerrada en 4 paredes. Esa idea fue jubilada por los movimientos sociales, medio ambientales, estudiantiles, de mujeres y ya es hora de hacerlo parte de la institucionalidad, una que nos pertenezca y que sea las bases para refundar un Chile justo, auténtico, libertario y por sobre todo alegre, porque puchas que estamos amargados. Así que no abogaría corporativamente sólo por las mujeres, más si éstas están ejerciendo el poder de una manera tan tradicional y caduca.

El mundo de la política es sumamente machista y “conservador”, ¿te has sentido presionada en algún momento por verte femenina y ser fiel a tu estilo? ¿Te ha jugado en contra?

Por supuesto. Con suerte me dejan hablar. El estilo portaliano, gritón, grandilocuente patriarcal siempre me juega en contra, porque la gente está acostumbrada a este. Eso de tener que gritar para que te escuchen para mí es muy molesto. Creo que es lamentable que el comportamiento sea tan acotado y que la gente lamentablemente vea la política bajo los registros de la farándula. Entonces siempre estarán en busca de una determinada performance y si una rompe esos moldes comienza de inmediato la crítica facilona. Pero yo sabía a lo que me enfrentaba y no le he hecho el quite. Es más, creo que este arrojo es necesario para el cambio cultural, ese que demora bastante, pero que una vez alcanzado provoca rápidas transformaciones a largo plazo y es justamente eso lo que pretendo, modificar desde las bases estructurales los “hábitos” que hemos naturalizado a pesar de lo poco solidarios, indolentes e incluso mediocres.

Cuando fuiste vocera de Gómez te trenzaste en intensas discusiones ideológicas -por ejemplo con Juan Manuel Astorga en TVN-. Me parece que la sociedad no soporta ver a una mujer discutir con tanta pasión. ¿Crees que esto es así? ¿Las mujeres con convicciones, actitud y una posición ideológica clara son reprochadas?

¡Por supuesto! Un hombre jamás será tildado de histérico por más que grite y patalee en pantalla. Dirán que es de carácter…pero una, que es mujer y joven debe ser muy cuidadosa en todas las formas porque puede despertar las desconfianzas. Y ojo, no sólo de los patriarcas. Lo que está más instalado en Chile es el matriarcado machista, y ahí residen mucho de los complejos que tenemos quienes hemos subvertido la opinión de la madre represora que le dice a su hija que debe hablar despacio, juntar las piernas, hacerle la cama al hermano y no decir garabatos. El comportarse como señorita no sólo entraña ser ubicada sino también pasar absolutamente piola y muchas mujeres no entienden que esto no es ninguna regla o norma de comportamiento sino la forma más honda de acomplejarnos.

¿Cuál es tu opinión sobre el aborto?

Me parece que es la última opción y que como sea debe ser legal, seguro y a costos mínimos para no segregarlo. Pese a eso para mí es una consecuencia de la falta de información, de una sociedad hipócrita que crece demográficamente a costa de los “condoros” de las liceanas o lisa y llanamente una expresión de la irresponsabilidad e indolencia adulta. No creo ni un poquito que se trate de “soberanizar el cuerpo” como algunas lo hacen ver. No soy más chora ni más autodeterminada porque me hice un aborto. Se hace principalmente porque el sistema económico, más si eres madre soltera, convierte tu maternidad en una tragedia. Es muy difícil ser mamá en Chile. Dímelo a mí que tuve un hijo a los 15 años. Por eso mismo quizás, pienso que el aborto es algo tan complejo. Claudio hoy tiene 14 y hemos crecido juntos. De verdad le debo mucho de lo que soy ahora y no sé qué habría sido de mí si lo hubiese abortado. Pese a mi experiencia personal, la política pública debe ser universal, bajo el criterio de salud y no uno ideológico, determinado por un poder fáctico como la iglesia o la derecha conservadora.

¿Por qué a las mujeres nos debiera interesar la propuesta de Marcel Claude como candidato a la presidencia de Chile?

Es muy simple. Terminar un sistema que oprime a las mayorías, que esas minorías poderosas han convertido en nada, es un acto de amor y dignidad que siempre las mujeres sabemos apreciar. Poner fin a la explotación laboral, las AFP, las Isapres y todo lo que conforma lucro sobre las necesidades básicas de los chilenos y chilenas, la usurpación de los recursos naturales, la devastación del medio ambiente y todo lo que ha acarreado un modelo de acumulación y desigualdad, para refundar Chile por medio de un proceso constituyente que revele de una vez por todas las aspiraciones populares para conformar una sociedad de derechos como en cualquier estado serio del mundo, es algo que nosotras sabemos beneficiará a nuestros hijos, nuestra vida misma, la de nuestras familias y hará que el cotidiano en que vivimos sea menos apremiante y hostil para desarrollarnos como personas, porque más allá de ser mujeres, somos seres humanos, compartimos la esencia de una especie que parece haber sido convertida en otra cosa, en una herramienta funcional al sistema, y esa lucha es la que nos une impajaritablemente como pueblo.

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