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¿En verdad quieres ser mamá?

La maternidad no es para todas, aunque socialmente se nos imponga lo contrario.

Algunas sueñan con ser madres, otras no piensan en ello, y cuando llega el momento lo asumen y a veces hasta lo disfrutan. Otras se entregan con total abnegación a la experiencia, aunque parezca más pesadilla que sueño. Otras preferimos hacer otras cosas con nuestras vidas.

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En la decisión de ser madre, supongo, tiene mucho que ver el timing porque, en el momento en que decidas que sí, que estás dispuesta, las cosas empezarán a cambiar para siempre. El antes o el después pueden significar grandes diferencias. Desafortunadamente, jamás podrás saber cómo te habría ido si hubieras tomado el otro camino.

Cada una, al preguntarse si está o no está lista, tendrá sus razones para embarazarse o no, para continuar o no con el embarazo. Sin embargo, hay factores básicos y universales en el dilema.

  1. El dinero, que es importantísimo, porque con él mantendrás a tu bebé y te mantendrás a ti misma.

A estas alturas de la era digital, algunas madres siguen recomendando a las recién casadas: “de alguna forma los bebés nacen con ‘torta bajo el brazo’, porque su nacimiento te da ilusión para trabajar muy duro, ahora tienes una verdadera razón para vivir”.

Pero también he escuchado otros comentarios, igualmente tristísimos, del tipo: “hace 5 años que no me compro nada de ropa, ahora todo mi dinero lo gasto en Zuleyka Aleishaí”.

Más allá del asunto de comprarse o no comprarse ropa, están los otros ámbitos, reales, desagradables, definitivos: mantener a un ser vivo es caro, y ese ser vivo dependerá de ti por completo. ¿Estás dispuesta a dar ese paso? Vale la pena pensárselo unas 500 veces.

  1. La vida social, las fiestas, el cine, el teatro, los conciertos y demás. Todas las mamás que conozco lo repiten hasta el cansancio: por lo menos en los primeros años, las fiestas se convierten en un lujo.

En caso de que tengas pareja estable, ambos deberán turnarse los fines de semana, en el mejor de los casos…. Porque hay cantidad de mujeres que se enfrentan solas con el cuidado de los hijos.

Por otra parte, eso de la pareja estable no es requisito para la maternidad, hoy lo sabemos y celebro que así sea. Sin embargo, será mucho más difícil tener que dar ese paso tú sola.

  1. Tu ritmo de vida cambiará por completo: tal vez tengas que enfrentarte a la depresión postparto, tal vez te sientas sola y desesperada ante el paquetezo de haberte convertido, de un día para otro, en responsable de una persona.

Ruth Fisher, personaje de la genial serie Six Feet Under, lo definía así: “la maternidad es la experiencia más solitaria que existe”.

Tal vez no sea tan fácil recuperar la intimidad que tú y tu pareja tenían antes del experimento. Sé de muchas parejas que no lograron sobrevivir a la llegada de los hijos.

  1. Por último, lo más importante: ¿estás convirtiéndote en madre porque es algo que en verdad quieres hacer?

Todos nos damos cuenta: a veces la gente actúa como si la maternidad fuera una obligación. Como si las mujeres que no son madres quedaran incompletas, como si una se legitimara en función de su capacidad para cambiar pañalaes, preparar la comida y educar con acierto a una persona en miniatura.

Y no. No es necesario tener un hijo ni plantar un árbol ni escribir un libro. No es necesario ser madre ni heterosexual ni esposa ni rumbera. Las rumberas seguramente se lo pasan bomba, eso sí.

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