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Las divorciadas mexicanas se quedan solas

En los últimos 15 años, los divorcios en México aumentaron 74.3% mientras que los matrimonios se redujeron 19.3% Además, una gran mayoría de las mujeres divorciadas prefieren quedarse solas.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló algunos datos muy interesantes sobre esto de que el amor acaba. Por ejemplo, de las mujeres de entre 30 y 49 años que alguna vez estuvieron casadas, al término de la relación, 90.4% permanece solo (sí, el porcentaje siempre se conjuga en masculino y singular, no me malmiren). ¿O sea que casi todas pasaremos a ser neodivorciadas para siempre? Esto es solamente para aquellas que se casaron, de quienes vivieron en unión libre, la sentencia aplica para 68%. Más de la mitad.

El instituto menciona que el uso de anticonceptivos, la autonomía en la vida sexual y la incorporación de la mujer a la vida laboral son algunos de los factores sociales que han cambiado la forma en que se relacionan las parejas. También reveló que, mientras que en 1993 por cada 100 matrimonios ocurrían cinco divorcios, hasta 2012 este número había aumentado a 16 separaciones de cada 100 bodas.

Sobre los neosolteros, el censo arrojó que hace dos años, tres de cada 10 mexicanos de entre 15 y 29 años permanecía soltero y dos de cada 10 personas vivían en unión libre. Nos casamos menos: el número de parejas que contrajeron matrimonio se redujo 19.3 por ciento entre 2000 y 2013.

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En mi opinión, también tiene que ver que la percepción de la mujer como madre o esposa ha cambiado. Ya no te casas para que te mantengan porque de todos modos las mujeres casadas siguen trabajando. Tampoco te casan a fuerza por salir “con tu domingo siete”. Aunque supongo que, tristemente, estos nuevos valores no habrán permeado todos los estratos socioeconómicos.

Y otro factor que le quisiera platicar al Inegi es que una vez que te escapaste de la jaula quizá no vuelves a entrar porque no quieres. Además de la presión social, un divorcio tiene consecuencias psicológicas. Después de haber vivido el cuento de hadas aprendes a valerte por ti misma, a darle la cara a las críticas, a deshacerte del cliché y, en mi caso, a ser mucho más feliz.

Sin cerrarte por completo a la idea del amor, sí da miedo perder la independencia. ¿O ustedes qué opinan?

Fuente: Reporte Índigo

 

 

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