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Las peores mentiras que me he dicho a mí misma

Puedes tratar de engañar a todo el mundo, pero difícilmente podrán engañarte a ti mismo (por más que quieras)

Soy mi mejor amiga y mi peor enemiga; y como tal, a veces juego a engañarme y a contarme cuentos que tarde o temprano se revelan, me lastiman y me hacen, irónicamente, crecer y aprender de mis errores. Estos son algunos de esos autoengaños:

“No estoy gorda”

Sentía que estar pasadita de peso no me hacía gorda; me descuidaba y pensaba: “Mientras no llegue a 90 kilos, está bien”. No me veía como era en las fotos, pero eso sí, evitaba publicar imágenes mías de cuerpo completo. Sólo aceptando que tenía un problema con la comida pude mejorar la relación con mi cuerpo.

“Firmo y pago de inmediato”

La tarjeta de crédito ha sido una de mis mejores amigas… hasta que llega el estado de cuenta y me siento traicionada por ella. El resultado de nuestra relación: decenas de deudas y de vouchers firmados, muchos de los cuales me pude haber ahorrado.

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“Mañana me levanto temprano”

Llegas a tu casa a las cuatro de la mañana, y juras que al día siguiente no tendrás ningún problema en la oficina; te sentirás fresca con un par de cafés. ¡Ja! Jamás, juro que jamás me ha sucedido el milagro de despertar como nueva después de una noche de fiesta.

“Él sí me quiere”

Todo mundo se da cuenta de que ese hombre está jugando con mis sentimientos, pero yo estoy segura de que detrás de esa frialdad y apatía hay un interés genuino en enamorarme. Ni quieren saber cómo esto me ha ocasionado molestias en el corazón y un historial de galanes fallidos que en realidad sólo querían pasar un buen rato conmigo. Y ellos no estaban mal; la que estaba equivocada era yo.

“Me gusta estar sola”

Sí. Admito que la soledad y yo nos hemos adaptado muy bien y en varias ocasiones la he disfrutado, pero lo confieso: las primeras horas de soledad (y las últimas) nunca son divertidas y generalmente las destino a fantasear que estoy con alguien más.

“No me importa lo que digan de mí”

Claro que me importa. Claro que me duele que la gente crea que soy rara, intensa, inmadura. Claro que no me encanta sentir que estoy siendo juzgada por todos, de forma silenciosa, claro que me ofendo si un amigo se cree con derecho a juzgar mi vida. Pero, ¿saben qué? Ahora no miento: tras años de que sí me importara la opinión ajena, con el tiempo he aprendido a darle cada vez menor importancia, y a pensar y actuar por mí.

“Estoy enamorada de él”

Cuando llevas mucho tiempo soltera, sucede que llega cualquier hombre y tras unas palabras bonitas y una carga de atracción física, lo idealizas y piensas que es el amor de tu vida. Error. Es el amor de ese momento porque ya quieres sentir amor, pero conforme la convivencia avanza, abres los ojos y te percatas de que más que amor, es tu necesidad de sentirte querida. ¿Te suena?

Cuéntame las mentiras que te has dicho para ser feliz… por un instante.

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