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El nuevo hombre es femenino, ¿qué diablos pasa?

Sobre el cambio de roles, el machismo y el feminismo contemporáneo.

El hombre femenino definitivamente no va conmigo. No sé si seré muy enchapado a la antigua o qué, pero como que no me hayo con esta nueva versión de macho. Aunque la escritora Amanda Chatel– planteé que este hombre es lo mejor que existe- para mí igual, siempre será lo peor. ¿Seré muy primitivo acaso? Tal vez. Y es que yo, a mucha honra, vengo de un mundo completamente alejado de lo “femenino”. Yo nací en un mundo donde los hombres jamás entraban a la cocina. Si uno quería sal, gritaba: ¡Sal! Si uno quería leche, gritaba: ¡A dónde mierda fueron a ordeñar la vaca que aún no me traen mi leche! Y así sucesivamente. Uno era macho y pedía las cosas así, a lo macho. Aprendí esa lección de la vida. De mi papá. Mi papá siempre decía que a él nunca le habían regalado nada, y que por lo mismo, tenía todo el derecho del mundo a pedir las cosas así, tal como las quería. Las pedía sólo nombrándolas. Si estaba de buen carácter decía “por favor”, y si no lo estaba, golpeaba la mesa. Igualito como un cavernícola.

Nosotros jamás anduvimos en las faldas de la mamá. No aprendimos ni a planchar, ni a hacer mayonesa casera, ni queques de limón, ni ninguna de esas huevadas del sexo opuesto. Nosotros siempre estuvimos al margen de lo femenino. Sólo aprendimos que un hombre tiene que saberse poner corbata, y tiene que saber regalarle flores a una mujer. Eso aprendimos: las mujeres siempre dirán que sí, cuando reciban flores. Y yo me pregunto esto: ¿Este novedoso hombre “femenino” sabrá lo que significa eso? O me encontrará muy machista por pensar así. Quizás lo sea. Quizás yo, mi padre, mi abuelo, mis tíos y toda mi descendencia seamos realmente machistas. Pero así no más somos. Somos los que no existen. Somos lo que boto la ola. La antítesis de este nuevo proyecto de macho -que según la propia Chatel- ahora se le denomina el “nuevo hombre”.

Delineemos los puntos de este nuevo hombre según el estudio de la Chatel.

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La masculinidad

-Según el estudio: “Este nuevo hombre está tan seguro de su masculinidad que no necesita demostrar en ningún momento que es macho…Se siente por lo mismo tan cómodo con sus emociones que se permite expresarse de manera muchísimo más creativa.”

-Según yo: Qué significa realmente eso de expresarse de manera “muchísimo más creativa”. A quién mierda le importa la “creatividad” cuando estás ahí en el ring de cuatro perillas, de lo mejor con una mujer, que te tiene tan caliente, que hasta te llegaría a dar fiebre si te dejara allí tirado. No pues compadre, la masculinidad, no es un asunto del alma, es un asunto que se lleva en la piel, ¿Me entiendes? Además eso de estar en “contacto con las emociones” tampoco me huele muy bien. Me parece de blando. Como el Kiko pues compadre, como ese niño de la vecindad del Chavo, que se mantenía tan en contacto con sus emociones, que se pasaba todo el día llorando.

Los chistes machistas

-Según el estudio: “Este nuevo hombre no hace chistes machistas, porque no los necesita para pasarlo bien…Ni siquiera cuando está con sus amigos o porque son sólo chistes. Es tan evolucionado que ya entiende que son degradantes y sexistas”.

-Según yo: Perdonen, pero frente a esto, sólo puedo preguntarme una cosa: ¿Y si no se pueden hacer chistes machistas?, entonces, ¿qué tipo de chistes se van a hacer? Ninguna gracia. De hecho aquí les reproduciré mis tres chistes machistas favoritos, para que vean de lo que se pierden.

¿Sabían ustedes por qué las mujeres hablan más de lo que piensan?
-Porque tienen cuatro labios y los hombres dos cabezas.

¿Sabían ustedes cuántas veces se ríe una mujer con un chiste?
-Tres veces: cuando se lo cuentan, cuando se lo explican y cuando lo entiende.

¿Sabían ustedes en qué se parecen las mujeres a los delfines?
-En que se cree que tienen inteligencia, pero aún no se ha demostrado.

El respeto por el cuerpo

-Según el estudio: “Los hombres femeninos entienden y valoran tanto el cuerpo de la mujer, que comprenden cabalmente, que éste no tiene porqué ser perfecto, y que su pareja puede subir o bajar de peso cuando quiera… E inclusive entienden también que las mujeres a veces simplemente no tienen demasiadas ganas de depilarse.”

-Según yo: ¡Cómo! ¡De qué me estás hablando! O sea que ahora uno tiene que soportar a puras peludas en la cama…No pues compadre a mí me gustan las mujeres de-pi-la-das. Y si se depilan “esa parte” tanto mejor. No lo exijo, pero sí suma puntos, ¿Entienden?, ¿Y cuál es el problema que yo piense así ¿Qué pecado puede haber en que a uno le gusten las mujeres depiladas y no las peludas? ¿Qué acaso soy muy obsoleto por pensar así?

Tal vez. Pero la verdad sea dicha, no puedo pensar diferente. Este tipo de estudios, me confunden cada día más. Tanto que a veces, lo único que puedo hacer, es darme contra la pared y escribir esta columna. Es así no más. No sé en qué minuto se torció todo. No sé en qué minuto las mujeres comenzaron a sentirse hombres, y los hombres comenzaron a sentirse mujeres.

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