Pues nada, que te encontraste en ese bar con un prospecto interesante, que brindaron, bailaron e intercambiaron las frases hechas necesarias para que las cosas salieran bien, de manera que amaneciste con esa persona a tu lado, y entre las tinieblas de tu borrachera, parece que todo salió a pedir de boca, salvo por un detalle: olvidaste su nombre. No te rasgues las vestiduras: a todos nos ha pasado.
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Hay explicaciones de este fenómeno, que van más allá del exceso de alcohol. De acuerdo con la ciencia, no se debe a que seamos unas insensibles y unas frívolas (a veces un poco), sino que, en esas situaciones, el cerebro nos juega trucos.
Se supone que nos olvidamos de los nombres de la gente cuando experimentamos ciertos “lapsos”, en que nuestro cerebro deja de registrar recuerdos a cortísimo plazo. ¿Por qué el cerebro se comporta de esa forma tan desconsiderada? Porque no quiere recargarse con información innecesaria. Lo bueno es que todos esos datos son enviados a una papelera de reciclaje, y podemos recuperarlos horas después de haberlos aprendido y descartado.
No te enojes con tu cerebro: es probable que haya preferido concentrarse otras cosas de esa persona: el lugar en que trabaja o vive, su aspecto, el tamaño perfecto de sus manotas. ¿Por qué habría de interesarse tu cerebro en su nombre, que es ordinario y no cumple con un propósito definido?
El cuadro se conoce como “amnesia global transitoria” y sucede cuando te emocionas, algo que suele presentarse durante el sexo. La sangre de tu cerebro está ocupada con otros asuntos, así que descuida un poco los recuerdos más recientes.
Esto explica por qué el sexo reconciliatorio es tan emocionante: el cerebro se concentra en lo que estamos sintiendo, tanto que hasta se nos olvida por qué estábamos furiosas.
Entonces… la próxima vez que seas incapaz de recordar el nombre de tu ligue de una sola noche, piensa que podría deberse a un episodio de amnesia global transitoria, y que es posible que a la otra persona también se le haya olvidado cómo te llamas.
Además, preocuparse durante el sexo es mala idea: nada resulta tan matapasiones como la preocupación. Tal vez si te concentres en el placer, el nombre regrese a ti. Y si no regresa, discúlpate y da las gracias, pero sin culpas (el verdadero responsable es tu cerebro).