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5 actos caballerosos que quisiéramos de vuelta

¿Crees que la caballerosidad se ha convertido en un privilegio hoy en día? ¡Lee esto!

Para algunas, la caballerosidad ha quedado obsoleta. Sin embargo, para las que apreciamos ciertas actitudes aun aceptando que podrían formar parte de un prejuiciado cliché, no podemos negar que no nos sonrojamos un poco cuando un hombre tiene estos gestos:

1. Abrirnos la puerta

Por educación, esta práctica sigue vigente; sin embargo, ha disminuido gradualmente. Y aunque nos sabemos capaces, como mujeres fuertes e independientes, de abrirnos por nosotras mismas cada puerta que la vida nos ponga enfrente, no está demás el gesto de un apuesto caballero de facilitarnos este proceso aunque sea tan sólo un poco.

2. Acercarnos la silla

En los restaurantes, en los cafés. Algo antigua y, bueno, después de todo, en algunos casos, ése es cierto detalle de trabajo para el camarero; sin embargo, sigue siendo una bonita costumbre para algunas, incluyéndome.

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3. Regalarnos flores

Más que caballeroso, quizá este punto sea romántico. Y, por supuesto, lo dejo a la opinión de cada quién. Por mi parte, sí, he de admitirlo: soy susceptible a las flores. (En especial, las rosas.) Lo considero, sobre todo, un detalle el que un hombre las lleve en una cita (y sé que más mujeres también).

4. Ocupar el lugar izquierdo de la acera

Muchas ni siquiera lo han notado como algo especial, pero cuenta la leyenda que se trata de hacer que la chica no camine por el lado de los coches y corra riesgo de, ya saben, salpicones o inclusive un conductor poco educado con los que en el tráfico citadino nos topamos a diario.

5. Pagar la cuenta

No se trata de que la equidad en una relación sea un problema. Por supuesto que él no tiene que pagarlo todo; dividir los gastos suena perfecto como pareja y equipo, finalmente. Pero hoy en día ha habiado casos en que ella lo “invita” todo con tal de tenerle a su lado.

E insisto: somos mujeres fuertes, seguras e independientes. Pero, en mi opinión, dejarse consentir a veces. Y, de cualquiera manera, dudo que el feminismo y la caballerosidad estén peleados el uno con el otro.

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