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Los trastornos alimenticios en la era de las redes sociales

¿Hasta qué punto es aceptable que todo el mundo conozca cuáles son tus hábitos alimenticios?

¿Eres de aquellas personas que siempre que van a un restaurante fotografían su comida? En el siglo XXI las redes sociales se han tomado buena parte de la vida común de millones de personas en el mundo que creen y piensan que el compartir la vida privada es una forma de conectarse con familiares y amigos, pero ¿hasta qué punto es sano ventilar los gustos? ¿Son acaso las aplicaciones para teléfonos móviles la nueva herramienta de selección y discriminación para las personas que sufren por ejemplo algún trastorno alimenticio?

La bulimia y la anorexia nerviosa son trastornos alimenticios caracterizados por ser determinantes en la vida de quien los padece, es decir, por mucho que se traten de ocultar, tarde o temprano saldrán a la luz y ocuparán un lugar importante en la vida de quien los padece.

La bulimia es un trastorno en donde la persona no puede impedir unas locas ganas de ingerir muchos alimentos sin parar, para luego ir al excusado a tirarlo; ese provoca vergüenza y un arrepentimiento tardío que deriva en que la persona se obsesione aún más con su apariencia física y su régimen alimenticio.

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Por otro lado la anorexia nerviosa se trata de un intenso miedo a subir de peso y perder la figura anhelada con una importante alteración de la imagen física que la persona tiene de sí misma, sintiéndose avergonzada y miedosa por ganar peso.

Si bien es conocido por todos que los índices de sobrepeso y obesidad se expanden por el mundo, ¿qué es lo que ocurre con enfermedades silenciosas como estas? ¿Ayuda acaso que la tecnología enfatice lo perfecto que debe ser el cuerpo y que cada cierto tiempo aparezcan nuevos métodos para perder los kilos de más, pero donde muchas de ellas no enfatizan lo importante que es cuidar la salud?

Para el portal Geosalud, son las mujeres quienes sufren 10 veces más del trastorno que los hombres y suelen presentarlo a partir de los 13 años de edad.  Aunque la mayoría de los casos comienza en la adolescencia, la enfermedad no desaparece por sí sola y sigue a la persona en su adultez.

Sin embargo la mayoría de quienes padecen alguno de estos trastornos no se da cuenta qué es lo que pasa con su cuerpo hasta muy tarde, cuando la ayuda médica y psicológica se hace urgente, puesto que la obsesión que existe por tener un cuerpo perfecto está de tal forma arraigada en la sociedad que el tener hábitos alimenticios extremosos no se ve por lo general como una conducta extraña.

A pesar de que ambos trastornos siempre han existido en la sociedad, ¿existirá un cambio en la conciencia colectiva con la llegada de las redes sociales? Es decir, nos encontramos en una época en donde las actividades diarias llegan a redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, y es de fácil acceso conocer todo lo que hacen nuestros amigos, pero ¿será sano enfocarse con cierto grado de obsesión en lo que comemos y en los que no, sólo porque nuestro amigos llevan una vida “más sana” que la nuestra?

Existen aplicaciones que fuerzan a la persona a bajar de peso mediante constantes humillaciones y para qué decir que toda la comida que consumimos se encuentra en la red, entonces poco espacio queda para estas personas que viven con un trastorno, pero que mayoritariamente no es conocido por los más cercanos hasta un nivel muy avanzado.

Por otro lado las aplicaciones para bajar de peso se han tomado un espacio importante dentro de la telefonía móvil, el contador de calorías y el registro contable de toda comida diaria, sumado a una comparación con los amigos de la red social no hacen sino potenciar una sociedad que más allá de el sano cuidado del cuerpo, llega a convertirse en una disimulada obsesión por ser mejor que el otro...

Considero que estas conductas no hacen sino reforzar un patrón de “belleza” que en muchos casos no es compatible con la salud del cuerpo y que sólo incitan a esconder posibles trastornos alimenticios, dejando en una completa soledad a personas que sufren a diario con la alimentación, pero que simplemente callan para que nadie lo note.

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