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¡No crezcas, es una trampa!

Las niñas dejan de ser felices alrededor de los 11 años, un estudio confirma esta y otras obviedades, pero ¿de quién es la culpa?

Una nueva investigación que definen como “inquietante” revela que el bienestar de los niños se desploma a partir de los 11 años, la situación se acentúa más en las niñas cuya felicidad va empeorando hasta los 16, porque:

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Son particularmente más vulnerables a las presiones sociales que afectan su confianza y capacidad.

El estudio culpa a algunos factores tecnológicos como el acoso en internet, la pornografía y el sexting, así como el sexismo que abundan en estas plataformas, también las hormonas, el cambio de amistades y todo lo referente a lo que claramente conocemos como pubertad.

Sin embargo, hay otros que piensan que motivos por el que las niñas son menos felices siempre han existido más allá de la tecnología, desde hace siglos. Anteriores investigaciones como la del libro Schoolgirls: young women, self esteem, and the confidence gap apuntan:

Para una niña, el paso por la adolescencia no solo está marcado por la menarquía y por unas curvas más. Está marcado por una pérdida de confianza en sí misma y en sus capacidades, y por una actitud crítica y mordaz hacia su cuerpo, y una sensación de florecimiento de inadaptación.

Hay más documentación que hace referencia a los cambios de autoestima en las niñas, que no pocas veces las lleva a la depresión, intentos de suicidio o trastornos alimenticios, que probablemente nos aproxime a esta vulnerabilidad del género femenino, como apunta la psicóloga Mary Pipher:

Vivimos en una cultura obsesionada con la apariencia, saturada por los medios y envenenadora de niñas. A pesar de las ventajas del feminismo, la escalada de los niveles de sexismo y violencia, desde subestimar  la inteligencia al acoso sexual, causa que las niñas sofoquen su espíritu creativo y sus impulsos naturales que, en última instancia, destruyen su autoestima. Sin embargo, las niñas siguen culpándose a sí mismas y a sus familias por este “problema sin nombre”, en vez de observar el mundo que las rodea.

Evidentemente esto va más allá del concepto de la pubertad, el tema nos da para pensar hasta qué punto somos responsables de fomentar que la autoestima de las niñas sea amenazada. ¿Por qué son más vulnerables ellas que los niños? ¿Acaso la manera en que protegemos la niñez está medida por un estándar más favorecedor para los varones? ¿Cómo mejoraríamos el mundo hostil en el que crecen ellas? ¿Estamos conscientes del sexismo propagado en los medios? ¿Les damos las herramientas necesarias que les sirva de escudo ante el bombardeo mediático? Si bien, eliminarlo no es una tarea fácil, como sociedad ¿qué les transmitimos?

La próxima vez que convivamos con una niña, habrá mucho más que decirle que “No crezcas, es una trampa”.

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Fuente: Autostraddle

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