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Falta de sexo

Qué lindo y qué divertido el sexo, pero hasta ahora nadie se ha muerto por no coger.

Desde hace días me estado encontrando en diferentes medios con una nota que enumera males femeninos derivados de la falta de sexo: baja autoestima, enfermedades, acné, flacidez, mala memoria y mal humor, hasta ataques cardíacos, vaya.

(Faltó incluir muerte espiritual y decepción del mundo.) Así fue mi cara cuando terminé de leer aquello por primera vez:

La lista suena a la voz de un hombre triste y abandonado que no ha practicado el coito desde hace meses. Tal vez una mujer… a la que otra mujer no se quiere coger ni en defensa propia.

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Porque el sexo tiene grandes ventajas para todos, hombres y mujeres. Pero, aunque la cogedera sea una maravilla, una diversión, una empresa estética y un manifiesto, dejar de coger no da Alzheimer ni estropea el amor propio ni provoca infartos.

Piensen en monjas escritoras como sor Juana Inés de la Cruz y santa Teresa de Jesús. No creo que hayan cogido ni la mitad que nosotras y miren qué obras tan trascendentes y universales. ¿Qué onda entonces con eso de que el sexo disminuye la claridad mental?

Lo bueno es que tener sexo es facilísimo, que nunca faltarán acostones de una sola noche, en caso de que una no esté dispuesta a esperar a conocer galanes con los que se pueda entablar conversaciones y proyectar segundas, terceras citas.

Además está la masturbación, que cuenta como sexo aunque se tenga con una misma. Hay juguetes sexuales de todos tamaños, colores y hasta sabores. Hay pornografía y hay la posibilidad de recordar episodios del pasado inmediato. Por orgasmos no paramos, pues.

Pero, mientras no cogemos, mientras no nos masturbamos, ni nos ponemos viejas/aguadas/feas/deprimidas, ni nos llenamos de acné, ni nos enfermamos, ni nos da amnesia, no inventen… por lo menos no por no por la falta de sexo.

Hay un montón de buenas razones para querer sexo. Tener ganas es la principal. Y nadie está obligado a tener ganas de sexo. ¿Qué tal si se es asexual? ¿Qué tal si se opta por la abstinencia, que también es una alternativa? ¿Se dirá que tal decisión es causante de terribles males? ¿En dónde está la libertad sexual entonces?

Por eso, investigadores que encuentran al diablo en la falta de sexo, cojan si quieren, y si no quieren no cojan, pero no anden inventando que las mujeres necesitamos coger para sobrevivir en esta existencia que ya bastante inverosímil es de por sí.

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