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Hay días como hoy…

En los que prefiero ser humana que perfecta. Llorar está bien, aunque moleste.

Hay días como hoy en los que prefiero encerrarme en mi burbuja de triste fatalidad y no hacer caso a todo lo que me quiera convencer de lo contrario.

Tengo ganas de dejarme ir en la desobediencia de no entender nada de lo que sucede fuera de mí. Tengo ganas de rebelarme ante las percepciones del mundo.

Hay días como hoy en los que prefiero ir hacia adentro que hacia afuera, en donde me atrae lo burdo y soy feliz en pijama, bajo las sábanas solo con el ruido exiguo del televisor. Lo enciendo para no escuchar solo mi voz, que a veces puede ser lacerante.

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Tengo ganas de esconderme en el rincón de mi memoria en donde está todo lo que me calma; el recuerdo de mis padres, la sopa caliente, un callejón de risas y el abrazo de alguien que me amó mucho.

Hace mucho que no encuentro una mirada cómplice que me acompañe a donde quiero ir, cuando lloro ya no aparece una mano compasiva con la que sostener la pena, solo existen reclamos desesperados. Me doy cuenta que estoy sola, pero ¿quién no lo está?

En medio de la nostalgia siento la necesidad de encontrarme con la gente, verla a los ojos y preguntarles en silencio lo que piensan, quiero que me cuenten su historia y adivinar alguna parte de ella.

Tengo ganas de regresar a casa con el consuelo de que allá afuera hay alguien igual que yo, saber que no soy la única que tiene miedo ni soledad. Tengo ganas de no sentir que debo, y mejor sentir que quiero y puedo; quiero olvidar, puedo empezar.

Hay muchos ojos observando lo que hago con la expectativa de que todo salga impecable y transparente. Deseo nunca volver a rendirme ante la voluntad de nadie excepto la mía.

Hay días como hoy, en los que huir es más fácil que quedarse a ver lo que pasa, adivinar lo que sucederá. Hay días en los que prefiero mantenerme humana, porque ser humana y llorar está bien aunque moleste.

Tengo ganas de sentarme aquí y quedarme callada a esperar la señal, que nadie me diga que tengo que moverme ni buscar. Yo sé que a veces debe ser así, pero hoy…

Hoy quiero dejarme ir en la desobediencia de lo que otros tengan planeado para mí, solo deseo sentir el impulso divino del que todos hablan; el que te mueve, el que te regala la libertad.

Hoy no quiero ver a nadie, seguir a nadie, complacer a nadie. Me quedaré un rato en este momento para disfrutarlo tanto como otros en los que me he regocijado en la alegría.

No estoy triste ni enojada, solo estoy, humana, necia, honesta,  inquieta, serena…sola.

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