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¡Muévete! No eres un árbol

Esa ley “darwiniana” sobre la supervivencia del más apto, jamás tuvo tanto sentido como ahora.

Últimamente reflexiono sobre lo que verdaderamente se le dificulta hacer al ser humano; los retos y sus complejidades. Nuestras mentes creativas y súper-desarrolladas, han comprobado que casi nada es imposible, solo basta una idea y un poco de valor. Sin embargo, hay algo muy característico de nosotros y es el miedo al cambio.

Esto surgió hace pocos días cuando, por obra del destino, se suscitaron una serie de cambios inesperados en mi vida con los que sentía una bomba de tiempo sobre mi espalda a punto de estallar. No dejaba de preguntarme cosas, pero sobre todo no dejaba de tener miedo. Es más, pánico.

Nada me hacía sentir tanta angustia como la idea de ya no estar en donde estaba; con mi rutina, las personas, la estabilidad económica, mi ritmo habitual. Sabía que pronto todo eso se iba a terminar y lejos de pensar en cómo lo afrontaría, me consumí en el estrés, la angustia, el miedo y la preocupación.

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Me acerqué a pocas personas que repetían lo mismo y a todas las juzgué igual: “ellos qué saben, si nunca han pasado por esto”. Hoy me retracto y reconozco que todos lo hacemos, no es exclusivo de nadie: todos nos enfrentamos al cambio y da miedo.

Hay una frase que dice “si no te gusta el lugar en el que estás, muévete, no eres un árbol”. La realidad es que eres algo mucho más complejo que eso, y dentro de toda tu complejidad existe una capacidad de resiliencia impresionante que pocas veces exploramos. Por un momento piensa que efectivamente fueras un árbol y no tuvieras otra opción que quedarte parado e inmóvil esperando un poco de suerte para que un momento desafortunado pase rápido.

Estamos más hechos para sentirnos seguros que para estar listos. Nuestra misión en la vida va más hacia encontrar el lugar que nunca dejar de buscarlo. Lo que me parece totalmente irónico: si somos seres tan cambiantes e inestables, ¿por qué tenemos esa necesidad insaciable de permanecer y pertenecer?

En gran medida, el sufrimiento de las personas se debe a la incapacidad de adaptarse; a una despedida, una pérdida, a la destrucción, a la soledad o a un grupo nuevo de amigos. En un mundo paralelo, lo ideal sería desarrollar esa parte que hace falta y que nos facilitaría la forma de sacudirnos ese miedo y volver a construir lo que percibimos como irremediable. Dejar de lado la ansiedad por encontrar “un lugar” y empezar a crearlo.

Moverse es una opción, quedarse también. Lo que no es una opción, al menos ya no para mí, es que cualquier decisión se tome (o no) bajo el efecto del miedo. Esa ley darwiniana sobre la supervivencia del más apto, jamás tuvo tanto sentido como ahora.

En mis tiempos de adolescente, todo era posible para los “cerebritos” de la escuela, los estudiosos y destacados, los que estudiaban las carreras más sofisticadas y rimbombantes. Hoy el mundo es de los que se atreven, y eso es lo que hace falta, gente con agallas, con una visión colectiva…gente que se arriesgue.

¿Tú te atreves?

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