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“Dolce Far Niente”, el placer de hacer nada

Deja todo, tiende una sábana en el piso y regálate un buen tiempo fuera.

Por segunda vez terminé esta magnífica obra literaria de Elizabeth Gilbert, Eat Pray Love (2010). Y como cada vez, no puedo evitar estacionarme en el momento en que la protagonista amanece en un pequeño hostal de Roma, tiende una sábana en el piso para desayunar mientras saborea el Dolce Far Niente, el placer de no hacer nada.

Me pasa todo el tiempo cuando llego a esa parte de la película; pienso en todas las veces en que podría hacer lo mismo y no lo hago por temor a que alguien se dé cuenta. Porque a estas alturas “hacer nada” no es algo tan bueno.

Hemos perdido el derecho de sentir rico porque sí, porque quieres y no soportas darle explicaciones a nadie sobre la forma en que decides cargar con tu propio tiempo.

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Lo siento, necesito ese momento. Necesito tender mi sábana en el piso, aventar los zapatos, deshacerme de mi ropa y quedarme quieta en silencio sin escucharte ni pedirte ninguna respuesta, porque tampoco te voy a dar alguna.

En medio de todo el sube-y-baja de la vida, estar ahí una hora o dos se vuelve necesario. Definitivamente no me va a importar lo que pienses, sólo puedo sonreírte e invitarte a hacerlo conmigo.

Parece que hoy en día pocos o nadie tiene derecho a hacer nada y disfrutarlo. Es algo que pocos podemos costear.

Date el placer de parar, caminar dando vueltas en el mismo lugar y haciendo todo despacio, como si nadie estuviera esperando algo de ti. Sonríe y luego relaja cada músculo de tu cara, tus manos y tus pies. Si sientes que no puedes sostenerte más, déjate caer.

Así funciona esto, haciendo como que no ves a nadie, sólo sientes que todo lo que es, está ahí para ti. Tómalo o déjalo. Haz lo que tú quieras.

Hasta tu saliva sabe diferente, como dulce. Todo lo que empiezas a pensar fluye a través de ti hasta el fondo de cada parte de tu cuerpo. No hay segundo que no reviente en tu cabeza y pase lentísimo, como queriendo quedarse ahí y no pasar.

“Hacer nada” ya no es un arte, sino un desperdicio; de tiempo, de espacio y de oportunidades. Lo que no saben es que es justo ahí de donde surge lo más lindo.

Dolce Far Niente, algo que en Italia entienden muy bien, pero de este lado se queda en la parte más vacía del intelecto.

Pruébalo una vez, apaga el teléfono, la música, cierra las ventanas y desaparece 15 minutos o una hora. No importa. ¿Estás lista?

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