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“No voy a ser delgada sólo porque tú lo dices”

Un cuerpo sano es igual a una mente sana, pero una mente que no está sana no va a sanar con un cuerpo más delgado.

Uno de los grandes problemas de la sociedad actual, es que insiste en vincular la delgadez con la felicidad. Hay una fijación por la delgadez, sin embargo, esa delgadez también “tiene” que estar acompañada de otras características.

Si una mujer es muy flaca, pero no tiene senos grandes ni trasero formado —léase, modelo de Victoria’s Secret— tampoco es bella, sólo es demasiado delgada, “sin gracia”.

¿Dónde queda la libertad en todo este tema? ¿Creen que una mujer que es esclava de su imagen o de su figura se siente más libre que otra mujer que está condenada a arresto domiciliario?

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Creo que no hay tanta diferencia entre una cosa y otra. Una mujer que vive en función de su imagen, no es libre. Deja de hacer cosas, de ir a lugares o de relacionarse con personas que pueden amenazar su “equilibrio”.

El arresto domiciliario de una mujer que es delgada sólo porque la sociedad dice que esa es la única forma en que las mujeres pueden ser felices, existe, y está en su propia mente.

La delgadez no lleva a la felicidad. La felicidad tiene que ver con sentirse a gusto en la propia piel, sea blanca, morena o negra, y en el propio cuerpo, sea delgado, promedio o robusto.

No hay nada peor que ser presa de sí misma. Es una cárcel, pero que no compartes con otras personas, sino que contigo misma, porque te condenadas a estar en la celda de aislamiento.

Puedo decir que soy una mujer que ha tenido kilos de más y kilos de menos. Cuando tenía kilos de más, me sentía mal porque no era como las demás. Al no ser como las demás, la gente te mira distinto, te cataloga.

A pesar de que los kilos de más que tenía se podían bajar con una rutina de ejercicio normal, me importó demasiado lo que decían los demás y me olvidé de que era yo misma la que tenía que decidir si quería ser delgada.

“Eres bonita, pero serías mejor aún si perdieras un par de kilos“. ¿Cómo creen que se va a sentir una adolescente que todavía ni sabe quién es en la vida, cuando le dicen cosas de este tipo?

Se siente mal, porque ella pensaba que no tenía nada malo, hasta que alguien se encargó de decirle que no era lo suficientemente buena. También fui delgada, muy, muy delgada.

Debo decir que en mis tiempos de mayor delgadez, fui la persona más infeliz y miserable que podría haber sido. Estaba vacía, enferma, no tenía energías ni para reír y ya ni siquiera sabía porqué quería tanto ser delgada, ya no tenía importancia.

Cuando recuperé mis energías y mi salud, me di cuenta de lo importante que es el autoestima, no los kilos. Quererte, cuidarte, ser tú misma, estar sana, hacer ejercicio porque te hace bien, no porque eres esclava de tu figura, o de la figura que los demás quieren que tengas.

Una vez que me empecé a aceptar, empecé a ser más feliz. No quiero ser cliché y soy realista; me gustaba ser delgada, porque la gente me halagaba, me “felicitaba” por lo flaca que estaba, era “más linda”.

En un principio fue así. Me abrumé por los elogios, pero todos esos comentarios no sirvieron de nada cuando ya no tenía energía física y mental para escucharlos, para asimilarlos.

Hay que preocuparse del cuerpo, tratarlo bien, alimentarlo bien y ejercitarlo. Un cuerpo sano puede ser igual a una mente sana, pero una mente que no está sana no va a sanar con un cuerpo más delgado.

Si quieren ser delgadas porque piensan que eso las puede hacer sentir mejor con ustedes mismas, séanlo. Si tienen unos kilos de más y son felices, no quieran ser delgadas sólo porque los demás piensan que se verían mejor sin esos kilos.

No se castiguen porque no son igual de delgadas que la mujer que está al lado. No construyan su propia cárcel, porque la estadía en esas celdas les dejarán heridas.

¡Ámense!

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